“En estos días, todos en cuarentena, en casa, confinados, tomemos dos cosas en la mano: el crucifijo, mirémoslo; y abramos el evangelio”, aseguró el Papa Francisco.
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Durante la catequesis de su audiencia, que desde marzo pasado se realiza sin la presencia de fieles debido a las restricciones sanitarias, el Santo Padre aseguró que “esto será para nosotros – digámoslo así – como una gran liturgia doméstica, porque no podemos ir a la iglesia en estos días. Crucifijo y Evangelio”.
El Papa reconoció que, en estas semanas de preocupación a causa de la pandemia que afecta al mundo, puede haber muchas preguntas sobre Dios: ¿qué está haciendo ante nuestro dolor? ¿Dónde está Él cuando todo sale mal?¿Por qué no resuelve nuestros problemas rápidamente?.
Ante esto, explicó, “Nos sirve de ayuda el relato de la Pasión de Jesús, que nos acompaña en estos días santos. También allí en efecto, se adensan tantos interrogantes. La gente, después de haber recibido triunfalmente a Jesús en Jerusalén, se preguntaba si liberaría por fin al pueblo de sus enemigos”.
Muchos de ellos, dijo, esperaban a un Mesías poderoso, triunfador con la espada. En cambio, llega uno manso y humilde de corazón, que llama la conversión y a la misericordia. Y precisamente la multitud, que antes lo había aclamado, es la que pide que lo crucifiquen.
“Pero, si seguimos leyendo el relato de la Pasión, encontramos un hecho sorprendente. Cuando Jesús muere, el centurión romano, que no era creyente, no era judío sino pagano, que le había visto sufrir en la cruz, y le había escuchado perdonar a todos, que había sentido de cerca su amor sin medida, confiesa: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios”.
“Dice, precisamente, lo contrario de los demás. Dice que Dios está allí, que verdaderamente es Dios”.
De acuerdo con el Santo Padre, en muchas ocasiones proyectamos a Dios en lo que somos, con nuestro éxito y nuestro sentido de la justicia. No obstante, debemos mirar a Jesús crucificado para librarnos de todos nuestros prejuicios sobre Él.
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“Nos hará bien mirar al Crucificado en silencio y ver quién es nuestro Señor: El que no señala a nadie con el dedo, ni siquiera contra los que le están crucificando, sino que abre los brazos a todos”.
El que no nos aplasta con su gloria, sino que se deja desnudar por nosotros; el que no nos ama por decir, sino que nos da la vida en silencio; el que no nos obliga, sino que nos libera; el que no nos trata como a extraños, sino que toma sobre sí nuestro mal, toma sobre sí nuestros pecados”.
En tanto, en su Misa diaria en Santa Marta, el Papa Francisco pidió por la conversión de quienes en este momento explota a los necesitados.
“Recemos hoy por la gente que en esta época de pandemia hace comercio con los necesitados. Se aprovechan de las necesidades de los demás y los venden: los mafiosos, los usureros y muchos otros. Que el Señor toque sus corazones y los convierta”.
Con información de Zenit.
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