Esta nota se actualizó por última vez el 9 de enero del 2023
El miércoles 21 de diciembre, durante su catequesis, el Papa Francisco habló sobre el discernimiento, y se refirió de manera particular el diálogo que se debe tener con Dios para conocer la ruta a seguir en la vida.
Al hablar de las “ayudas” que pueden facilitar este “ejercicio” de la vida espiritual, aseguró que si bien se podría pensar que es complicado, en realidad –dijo– es la vida la que es complicada y, si no aprendemos a leerla, corremos el riesgo de malgastarla.
Y agregó esta bella frase: “La vida nos pone siempre frente a elecciones, y si no las realizamos de forma consciente, al final es la vida la que elige por nosotros, llevándonos donde no quisiéramos”.
El Pontífice explicó que la primera condición para tener un diálogo con Dios es “la confrontación con la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia”, pues esto “ayuda a leer lo que se mueve en el corazón, aprendiendo a reconocer la voz de Dios y a distinguirla entre otras voces que al final nos dejan confundidos”. “La voz de Dios resuena en la calma, en la atención, en el silencio”, dijo.
“La voz de Dios -agregó- no se impone, es discreta, respetuosa, y precisamente por esto es pacificadora. Y sólo en la paz podemos entrar en lo profundo de nosotros mismos y reconocer los auténticos deseos que el Señor ha puesto en nuestro corazón”.
Sin embargo, el Papa explicó que muchas veces no es fácil entrar en esa paz del corazón, porque estamos ocupados de aquí para allá todo el día… Por eso pidió: “Por favor, cálmate un poco. Entra en ti, en ti mismo”. “Detente. Mira lo que siente tu corazón”. En ese momento de calma, escuchamos “la voz de Dios”.
El Pontífice recordó que para el creyente la Palabra de Dios “no es simplemente un texto para leer”, sino “una presencia viva”, que “lleva a vivir una relación afectiva con el Señor Jesús”, y ésta es una gran ayuda.
“Leer la Biblia, leer un fragmento, uno o dos fragmentos de la Biblia, son como pequeños telegramas de Dios que te llegan de inmediato al corazón”, explicó.
Y es que -lamentó- muchas veces podemos tener una idea distorsionada de Dios, considerándolo como un juez hosco, severo, preparado para vernos fallar. Pero Jesús, al contrario, nos revela un Dios lleno de compasión y de ternura, preparado a sacrificarse a sí mismo para encontrarnos, precisamente como el padre de la parábola del hijo pródigo.
Quien permanece frente al Crucifijo –constató el Papa – advierte una paz nueva, aprende a no tener miedo de Dios, porque Jesús en la cruz no da miedo a nadie, es la imagen de la impotencia total y a la vez del amor más pleno, capaz de afrontar toda prueba por nosotros.
Finalmente, señaló que “la amistad con Dios tiene la capacidad de cambiar el corazón” y es “uno de los grandes dones del Espíritu Santo”.
Cuando se experimenta este amor “el corazón se derrite y caen dudas, miedos y sensaciones de indignidad”. El Espíritu Santo es “discernimiento en acción” y el don “más grande que el Padre asegura a aquellos que lo piden”. Y es la tercera “gran ayuda” que apuntó el Papa en la catequesis.
“No canceles el diálogo con el Espíritu Santo”, insiste el Pontífice al final de la catequesis. Él “está siempre con nosotros”.
Con información de Vatican News
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