“Las homilías son un desastre, por lo general”. Con estas palabras, el Papa Francisco quiso mostrar una vez más su preocupación por que los sacerdotes preparen cada vez mejores homilías, que cumplan su función de predicar y explicar la Palabra de Dios.
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Durante un encuentro con los participantes del curso “Vivir en plenitud la acción litúrgica”, el Santo Padre compartió con los sacerdotes algunos consejos muy sencillos que pueden poner en práctica para mejorar sus homilías, y recordó que ya ha hablado al respecto en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.
Por ello, en Desde la fe hemos recopilado 5 consejos del Papa Francisco para una buena homilía o se podría decir “como Dios manda”:
Una buena homilía, aseguró el Papa Francisco, no es una conferencia sino un sacramental y, por ello, se debe preparar “en oración y con espíritu apostólico”.
“A veces -explicó el Papa- escucho a alguno decir: ‘sí, he ido a Misa en esa parroquia… sí, una buena clase de filosofía, 40, 45 minutos’… Una buena homilía debe ser de ocho, diez minutos: ¡no más!
La gente, agregó el Santo Padre, “debe llevarse algo a casa”. Por ello, recordó la enseñanza que recibió de un antiguo maestro y que desde hace años aplica siempre en su vida pastoral: una idea, un sentimiento y una imagen. Esto significa que en una buena homilía se deben utilizar ejemplos para transmitir lo que queremos decir a los fieles y evocar imágenes para que el mensaje se sienta como algo familiar y cercano. Debe hacerlo con un corazón dócil y orante, para transmitir los sentimientos a los fieles.
El Papa Francisco nos dice que la sencillez tiene que ver con el lenguaje utilizado. Debe ser el lenguaje que comprenden los destinatarios para no correr el riesgo de hablar al vacío. Frecuentemente sucede que los predicadores usan palabras que aprendieron en sus estudios y en determinados ambientes, pero que no son parte del lenguaje común de las personas que los escuchan. Una buena homilía debe hacerse con lenguaje sencillo.
De acuerdo con el Santo Padre, en una buena homilía no hay que decir tanto lo que no hay que hacer, sino que propone lo que podemos hacer mejor. En todo caso, si se indica algo negativo, siempre intenta mostrar también un valor positivo que atraiga, para no quedarse en la queja, el lamento, la crítica o el remordimiento. Además, una predicación positiva siempre da esperanza, orienta hacia el futuro, no nos deja encerrados en la negatividad.
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