En noviembre de 2021, el papa Francisco celebró la Santa Misa en el Hospital Gemelli de Roma, sede de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, y ahí aprovechó para hacer una profunda reflexión sobre esta hermosa devoción cristiana.
Leer: La oración del Papa Francisco al Sagrado Corazón de Jesús
El Santo Padre aseguró que, al contemplar el Corazón de Cristo, podemos guiarnos por tres palabras: recuerdo, pasión y consuelo.
Recordar significa ‘volver al corazón, volver con el corazón’. ¿A qué nos hace volver el Corazón de Jesús? A lo que ha hecho por nosotros: el Corazón de Cristo nos muestra a Jesús que se ofrece a sí mismo: es el compendio de su misericordia.
Mirándolo – como lo hace Juan en el Evangelio- es natural recordar su bondad, que es gratis, no se puede comprar ni vender, e incondicional, no depende de nuestras obras, es soberana. Y se mueve. En la prisa de hoy, entre mil carreras y preocupaciones continuas, estamos perdiendo la capacidad de conmovernos y sentir compasión, porque estamos perdiendo ese regreso al corazón, es decir, la memoria, la memoria, el regreso al corazón.
Sin memoria las raíces se pierden y sin raíces no se puede crecer. Nos hace bien nutrir la memoria de quienes nos amaron, cuidaron de nosotros, nos aliviaron.
El Corazón de Jesús no es una devoción piadosa para sentir un poco de calor por dentro, no es una imagen tierna que despierta cariño, no, no es eso. Es un corazón apasionado, un corazón herido por el amor, desgarrado por nosotros en la cruz. Hemos escuchado cómo habla el Evangelio: Le hirió una lanza en el costado, y al instante salió sangre y agua. Traspasado, da; muerto, nos da la vida.
El Sagrado Corazón es el icono de la pasión: nos muestra la ternura visceral de Dios, su amorosa pasión por nosotros, y al mismo tiempo, coronado por la cruz y rodeado de espinas, muestra cuánto sufrimiento ha costado nuestra salvación.
Indica una fuerza que no viene de nosotros, sino de los que están con nosotros: la fuerza viene de allí. Jesús, el Dios con nosotros, nos da esta fuerza, su Corazón da valor en la adversidad.
“Tantas incertidumbres nos asustan: en esta época de pandemia nos hemos descubiertos más pequeños y frágiles. A pesar de tantos avances maravillosos, también se puede ver en el campo médico: ¡cuántas enfermedades raras y desconocidas! Cuando encuentro, en las audiencias, gente – especialmente niños, niñas – y les pregunto: ‘¿Estás enfermo?’ – responden- ‘Una enfermedad rara’. ¡Cuántos hay hoy!
Qué difícil es mantenerse al día con las patologías, los centros asistenciales, la asistencia sanitaria que realmente debe ser, para todos. Podríamos desanimarnos.
Para ello necesitamos consuelo -la tercera palabra-. El Corazón de Jesús late siempre por nosotros con esas palabras: ‘¡Ánimo, ánimo, no temas, aquí estoy!’. Ánimo hermana, valor hermano, no te desanimes, el Señor tu Dios es más grande que tus males, te toma de la mano y te acaricia, está cerca de ti, es compasivo, es tierno. Él es tu consuelo.
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