Conoce cuáles son las Vírgenes a las que puedes pedir su intercesión por tu embarazo
La dicha más grande que puede tener una mujer es cuando es bendecida con el milagro de la maternidad. Se estima que cada día en el mundo nacen cerca de 373 mil niños y niñas, trayendo con ello una gran satisfacción y alegría a sus familias y hogares.
El Papa Francisco ha asegurado que los hijos “son personas que contribuyen al crecimiento de todos, aportando riqueza humana y generacional”, además de las consiguientes satisfacciones que día a día dan tanto a su madre como a su padre.
Pero recordemos que para que un nacimiento se concrete de manera positiva, es fundamental que desde la concepción se tenga un cuidado especial para que el embarazo se desarrolle del mejor modo posible a fin de que el bebé no tenga ningún tipo de complicaciones.
A la par, es menester que las parejas eleven sus oraciones para que la gestación del nuevo ser sea bendecida por Dios. Por ello, aquí te mostramos tres vírgenes a las que pueden encomendarse las futuras madres y padres para que les acompañen hasta el nacimiento de sus hijos e hijas.
Existen muchos casos en los que a las parejas se les complica poder embarazarse. Ante estas situaciones, una de las vírgenes más socorridas por las mujeres que desean tener la dicha de ser madres es la de Santa Ana, cuya festividad se celebra el 26 de julio.
A Santa Ana se le conoce como la patrona de las mujeres embarazadas y de las mujeres que padecen de esterilidad, esto debido a que logró embarazarse después de los 40 años gracias a su fe a Dios, quien le permitió la dicha de vivir la maternidad al da a luz a la Virgen María, por lo que a la postre fue abuela de Jesucristo.
Es debido a este hecho que normalmente aquellas mujeres que han tenido dificultades para embarazarse recurren en oración a Santa Ana para poder concebir o incrementar dichas probabilidades.
La Virgen de la Dulce Espera es una advocación que representa el momento en el que la Virgen María se encuentra embarazada, por lo que se la asocia con el Adviento o espera de la Natividad de Jesús y la esperanza de un nuevo comienzo, razón por la que se le conoce también como la Virgen de la Esperanza.
La Devoción a Nuestra Señora de la Dulce Espera tiene muchos siglos de existencia, se cree que inició desde el siglo V, por lo que se le ubica como una de las primeras imágenes de culto que se generó dentro de la devoción cristiana.
A la Virgen de la Dulce Espera, las mujeres embarazadas le piden su protección, la sabiduría y la capacidad de orar y tener fe para enfrentar el milagro que representa el gran desafío que es el embarazo.
Inicialmente llamada como la Virgen con el Niño, con el tiempo y debido a que su devoción fue en aumento gracias a las bendiciones que dio a las mujeres embarazadas que recurrían a ella, esta advocación cambio su nombre a la Virgen de Parto.
Ubicada en la Iglesia de San Agustín en Campo Marzio, Roma, esta imagen realizada en mármol por Jacopo Tatti “Sansovino”, entre 1516 y 1521, fue muy recurrida en esa época por las mujeres que iban a dar a luz, sobre todo si no contaban con una buena atención médica, para encomendarse a la Virgen y solicitar su protección a fin de tener un buen parto.
La devoción por esta advocación mariana llegó a ser tan popular que en 1822, el papa Pío VII otorgó indulgencias a quienes besaban el pie de la Virgen, convocatoria que tuvo mucho éxito que el pie de mármol se desgastó a tal grado que fue necesario reemplazarlo por uno de plata.
Actualmente las parejas embarazadas mantienen esta tradición y piden a la Virgen del Divino Parto que el proceso de alumbramiento de sus hijos se realice sin complicaciones y que la salud del recién nacido sea buena.
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