La Arquidiócesis Primada de México explicó que permitir la entrada de fieles a la iglesia de San Hipólito fue una decisión en conjunto con las autoridades de gobierno que buscaba evitar la aglomeración de devotos de San Judas Tadeo a las afueras del templo.
Desde mediados de octubre, las autoridades civiles y eclesiales anunciaron que, para evitar aglomeraciones —que suponen un riesgo de contagio de COVID-19— las actividades en torno a la fiesta patronal de San Judas Tadeo se llevarían a cabo de forma virtual.
Sin embargo, desde la noche del 27 de octubre, cientos de personas acudieron a las inmediaciones de la Rectoría de San Hipólito y San Casiano. En la mañana del 28 de octubre, un importante número de fieles se concentraron a las afueras del templo.
“Ante esta situación, la Arquidiócesis de México, los misioneros claretianos a cargo de la iglesia y las propias autoridades de gobierno, tuvieron que implementar las medidas contempladas en caso de que esto ocurriera, como permitir, por algunas horas, que los fieles pudieran entrar al templo para venerar la imagen de san Judas Tadeo y, de esta manera, evitar la concentración de personas al exterior“, explica un comunicado firmado por Monseñor Salvador González Morales, Vicario General y Obispo Auxiliar.
De acuerdo con el rector del templo, el presbítero Mario González, las personas pasaron por un filtro sanitario, ingresaron a través de una fila y solo permanecieron 5 minutos en el templo.
Ante la aglomeración generada a las afueras del templo de San Hipólito este 28 de octubre, la Arquidiócesis de México pidió a la comunidad católica dar testimonio del amor al prójimo, especialmente en esta emergencia de salud que sigue cobrando vidas.
En el comunicado, la Arquidiócesis explicó que, pese a que se trabajaron estrategias para evitar la concentración de fieles en la rectoría de San Hipólito, muchas personas, llevadas por su devoción al santo apóstol y en pleno uso de su libertad, decidieron acudir al templo arriesgando no sólo su salud, sino también la de sus seres queridos.
“La Iglesia es respetuosa de la religiosidad del pueblo, pues responde a los grandes interrogantes de la existencia humana, pero estas expresiones deben recordar el mandamiento de amar al prójimo. La responsabilidad y la prudencia son signos de ese amor a Dios y al prójimo”, dice el comunicado.
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