Este 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, en las parroquias de la Arquidiócesis Primada de México se lleva a cabo la imposición de la ceniza observando las medidas sanitarias dispuestas por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) para esta fase de la pandemia. Si bien ya se vislumbra el inicio de una nueva normalidad, esto nos obliga, como sociedad, a seguir siendo responsables en nuestro cuidado y en el de los demás.
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Así, en la mayoría de las parroquias arquidiocesanas, los sacerdotes encargados celebraron la Misa de Miércoles de Ceniza; o bien, llevaron a cabo celebraciones de la Palabra cuidando siempre que el número de participantes no generara aglomeraciones.
En los Recintos en que, por cualquier circunstancia, no fue posible celebrar la Eucaristía o la Palabra, se llevó a cabo un rito breve para la imposición de la ceniza, que permitiera meditar sobre el significado del camino cuaresmal.
Cabe señalar que en distintas parroquias de la Arquidiócesis de México, los sacerdotes encargados organizaron, junto con sus equipos de pastoral litúrgica, una logística de movilidad por los ambientes cercanos que facilitara la recepción de la ceniza y evitara la aglomeración de fieles.
Por ejemplo, el templo Josefino del Señor de los Prodigios en la colonia Narvarte Poniente de la Arquidiócesis de México organizó a sus miembros para realizar una imposición de ceniza en el Mercado Independencia, cercano a la parroquia.
Varios locatarios la recibieron:
Para las personas que tienen en casa enfermos o ancianos, la mayoría de las parroquias arquidiocesanas preparó bolsitas de ceniza bendecida, que los fieles pudieron llevar a sus hogares e imponérsela ellos mismos a quienes, por sus circunstancias, están imposibilitados para asistir al templo.
El rito de imposición de la ceniza en el templo se hace después de pronunciar la siguiente oración: “Señor Dios, que te apiadas de quien se humilla”. El que preside invita a los presentes a inclinar la cabeza y dice una vez y de manera general: “Conviértanse y crean en el Evangelio” o “Recuerden que son polvo y al polvo volverán”.
Enseguida, los fieles, guardando la debida distancia, se acercan al ministro. Una vez frente a él, éste dejará caer la ceniza sobre la coronilla de la cabeza, sin decir nada y evitando el contacto físico. El fiel regresa a su lugar en actitud orante y continúa con el rito como tradicionalmente se hace.
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