La comunidad de la Rectoría de Cristo Salvador recibió con un aplauso a Hugo Leonardo Avendaño, el joven estudiante de la Universidad Intercontinental, que fue asesinado esta semana, y cuyo cuerpo fue hallado este jueves en la Alcaldía de Tlalpan.
Durante toda la tarde y noche de este jueves, cientos de personas acudieron a la iglesia para despedirse de Leonardo y acompañar a Josué, su único hermano y su familiar más cercano.
El joven estudiante de la Universidad Intercontinental era uno de los miembros más activos de dicha rectoría, la cual cuenta con más de 20 grupos de niños, jóvenes, matrimonios y adultos.
“Ahora tenemos que continuar sin él, es un enorme reto, Leonardo deja un enorme vacío”, reconoció Gilberto Granados, amigo de Leo y responsable de la Misión Permanente y de uno de los tres grupos juveniles.
Gilberto recuerda a Leo como un joven entregado, disciplinado y muy responsable, siempre dispuesto a tender la mano a quien lo necesitara y a ayudar en todos los grupos.
“Esta iglesia es muy activa, somos más de 20 comunidades y el trabajo pastoral es mucho. Él era el ‘ajonjolí de todos los moles’, nos ayudaba a todos. A mí me ayudaba con los dos grupos que dirijo, y así ayudaba a todos los demás”, explicó Gilberto.
Entre sus actividades en Cristo Salvador, Leo asistía al padre Francisco Javier Bautista en el servicio del altar, pero, por su formación como filósofo, la maestría en Psicoanálisis y su experiencia como seminarista scalabriniano, asesoraba a los fieles con charlas, talleres y capacitación en temas litúrgicos.
Leonardo recién había concluido la maestría en Psicoanálisis, y eso lo tenía muy feliz, cuenta su hermano en entrevista con Desde la fe.
“Estaba bastante contento porque había terminado la maestría, le habían dado su departamento, y el fin de semana lo estuvimos acondicionando para que pudiera dar sus consultas; era algo que lo emocionaba mucho”.
No obstante –recuerda Josué– siempre mantuvo la inquietud de volver al seminario. “Se salió del seminario, pero siempre estuvo cercano a la Iglesia. Venir a la parroquia le gustaba mucho, siempre tuvo la inquietud de ser sacerdote”.
De 2009 a 2013 Leonardo fue seminarista con los Misioneros de San Carlos Borromeo, popularmente conocidos como scalabrinianos, una congregación dedicada a la atención de los migrantes indocumentados en todo el mundo.
“Él se dio cuenta de que su camino por esta congregación no le llenaba, para él el trabajo con los inmigrantes era una parte de la pastoral de una parroquia y él quería todo”, explica el padre Bautista.
Ahora, su hermano sólo pide justicia a las autoridades: “No pudieron protegerlo, lo único que me queda es que se haga justicia y que encuentren a quienes le hicieron esto”.
“La comunidad esta consternada, fue una cosa inesperada y eso duele. Estamos tristes, pero al mismo tiempo tenemos fe y nos alimenta mucho saber que está con Dios”, concluye, por su parte, el padre Francisco Javier.
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