¡Regrésate a tu casa, corres peligro en la calle! fue lo que a Lucy, Isabel, Esther, Mónica y poco más de 700 voluntarios o educadores solidarios de la Fundación para el Bienestar del Adulto Mayor I.A.P, (Funbam), escucharon el primer día que la pandemia llegó a la Ciudad de México.
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El COVID-19 les robó la libertad a millones de adultos mayores, pero a los voluntarios y personal por un lado, los obligó a replantearse la manera de trabajar y por otro, su principal preocupación eran los adultos mayores, pues de la noche a la mañana ya no habría visitas, ni reuniones una o más veces por semana, así como las clases de capacitación, las tardes de películas o los paseos.
Sin embargo, el confinamiento y el miedo a permanecer aislados del mundo, obligó a muchos adultos mayores a aprender sobre tecnología: usar las redes sociales, teléfonos inteligentes, computadoras y tablets.
“Por muchos años, desde el inicio de Funbam en 1998, -que es parte de Cáritas Mexicana-, habíamos luchado para que las personas mayores salieran de sus casas, convivieran con otros e incluso hicieran amistades intergeneraciones; y de buenas a primeras nos encontramos con ‘regrésate a tu casa, no puedes convivir’, pues la salud está de por medio”, expllica Sarahí Elvira Franco, coordinadora de Funbam.
Pero los 20 años de labor que lleva en la fundación, le han demostrado a Sarahí que ‘no hay mal que por bien no venga’.
La coordinadora señala que años anteriores quisieron realizar un curso virtual, pero algunos adultos mayores no quisieron y dejaron por la paz el tema tecnológico.
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“Con esta pandemia se vieron acorralados, pues si no le perdían el miedo a la tecnología y a las redes, entonces se quedarían aislados. El pasado 28 de agosto, día del adulto mayor, hicimos un evento en línea, la verdad es que me asombró verlos, pues muchos de ellos ni siquiera celular tenían”, comenta Sarahí.
A decir de la coordinadora, este confinamiento fue providencial en muchos sentidos, pues reunió a las familias, aprendieron a convivir en un mismo espacio, abuelos, hijos y nietos, lo cual fue un reto muy grande, considera.
“En muchos casos, los nietos fueron los que enseñaron a sus abuelos a usar las redes, a conectarse a través de la computadora, como quiera que se vea es un acercamiento, algo que, en una situación normal no pasaría”.
Desde el día uno del confinamiento los voluntarios o educadores solidarios, siguieron al pie del cañón. Los que no pertenecen a la tercera edad y tienen una salud óptima, se encargaron de organizar y llevar despensas a los ancianos de escasos recursos.
“Lamentablemente los ancianos viven realidades que nosotros no nos imaginamos. Muchos no se imaginan cómo puede una persona no tener un teléfono inteligente, pero muchos de ellos no tienen ni siquiera para comer, otros viven en situación de calle, o con su familia, pero en condiciones precarias; y otros, tienen que trabajar para comer”.
Y por otra parte, otros voluntarios que se quedaron en casa por ser personas vulnerables, ya sea por su edad o por algún padecimiento, siguen al tanto de los adultos mayores de su comunidad.
“Lucy, que lleva 20 años como voluntaria, mandó a sus hijos a colaborar y entregar despensas, pues ellos saben lo que significa para su mamá el servicio, aún en tiempos de emergencia”, comenta Sarahí Elvira Franco.
La coordinadora de Funbam asegura que la pandemia es una época de enseñanzas, pero también donde puede constatar que los voluntarios de esta fundación son un sinónimo de amor, responsabilidad, compromiso y de profesionalismo.
“Para continuar con el apoyo a más de 2 mil ancianos, Cáritas Mexicana, Cáritas Arquidiócesis, Banco de Alimentos y otras organizaciones nos ayudaron con despensas y alimentos. Estamos muy agradecidos con cada uno de ellos”.
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“Estaría muy bien que desde la Arquidiócesis de México se pudieran profesionalizar los grupos de ayuda que hay en las parroquias, porque en su gran mayoría son adultos mayores. Muchos quieren ayudar a otros, pero no saben cómo, nosotros podemos capacitarlos, incluso a los catequistas, Ministros Extraordinarios de la Eucaristía, etc; contamos con manuales sobre derechos humanos, prepararse para la vejez, salud física y emocional, etc “.
“La vejez no es un tema bonito, es un tema que nos hace aterrizar los pies, porque si con los adultos mayores de ahora vemos maltratos, violaciones a sus derechos humanos, abusos, entonces, ¿qué clase de vejez nos tocará vivir a las siguientes generaciones?”.
Conoce más sobre Fundación para el Bienestar del Adulto Mayor I.A.P, (Funbam) en funbam.org.mx.
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