Unidos en oración por los migrantes y la Casa Común. Foto: Luis Aldana
La migración y el cuidado de nuestra Casa Común no son banderas ideológicas, señaló monseñor Francisco Javier Acero, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, en el marco del Jubileo de Migrantes y Jubileo de Ecología, dimensiones pertenecientes a la Vicaría de Laicos de la Arquidiócesis.
“Quisiera aprovechar este espacio para hacer un llamado junto a nuestro pastor, el cardenal Carlos Aguiar, y junto a mis hermanos obispos auxilares, para dejar de utilizar la migración como arma ideológica”, dijo en su homilía.
“Vemos un serio problema cuando las dudas y miedos en torno a temáticas tan complejas como la migración condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas”.
El obispo también urgió la necesidad de una conversión ecológica, que no significa echarse al hombro una bandera verde, sino asumir un cambio desde el corazón para salvaguardar el futuro de nuestro planeta, que Dios nos dio para custodiarlo y cuidarlo.
El Jubileo de Migrantes y Ecología se celebró con una Misa solemne en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México este 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, patrono de los pobres, marginados y del medio ambiente.
En su homilía, Mons. Acero recalcó la importancia de orar y ayudar a quienes sufren la movilidad humana por distintas causas, entre ellas, el cambio climático, la inseguridad y la falta de una sana democracia.
Ante esta problemática, recordó el mensaje del Papa León XIV que pronunció en la 111 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2025: “Ante las teorías de devastación global y escenarios aterradores, es importante que crezca en el corazón de la mayoría el deseo de esperar un futuro de dignidad y paz para todos los seres humanos. Ese futuro es parte esencial del proyecto de Dios para la humanidad y el resto de la creación”.
También destacó el mensaje en el evangelio de Lucas, que muestra a unos apóstoles sorprendidos por lo que Dios hace a través de ellos, al sanar a la gente herida: “hoy necesitamos no perder esa capacidad de sorpresa porque ahí está presente nuestra esperanza”.
Aunque señaló que muchos de los fieles comprenden la importancia de tratar a inmigrantes y refugiados como hermanos reconociendo su dignidad, desgraciadamente, el panorama sigue siendo desolador:
“Ni el desastre de la guerra, ni el fenómeno climático y muchos menos la movilidad humana que hay en todas las regiones del mundo encuentran freno.”
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Ante este panorama, Mons. Acero hizo un recordatorio del llamado del Papa Francisco y actualmente del Papa León XIV para formar parte de una conversión ecológica:
“Esta conversión ecológica nos invita a impulsar, desde nuestros espacios, una ecología integral, que implica cuidar a nuestro planeta y cuidar a las personas más vulnerables, pues el grito del planeta es también el grito de los pobres, y de los migrantes. La crisis climática no es solo técnica, sino existencial, de justicia y dignidad y ante esta realidad, la Iglesia no guardará silencio.”
En el Jubileo de Ecología, también agradeció por todos aquellos que trabajan por el Cuidado de la Casa Común, y recordó que la ecología integral vive en cuatro dimensiones: “con Dios, con los demás, con la naturaleza y con nosotros mismos”, tal como San Francisco de Asís que se preocupaba por la naturaleza, los pobres, la sociedad y la paz interior, que son inseparables.
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Durante la celebración, se presentaron de forma simbólica diferentes objetos que representan el día a día de los migrantes, refugiados y desplazados, pues ellos también son misioneros de esperanza.
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La misa culminó con la oración por los migrantes y refugiados:
“Padre de bondad, que eres justo y misericordioso, rico en piedad y leal, fortalece la esperanza de los migrantes refugiados y desplazados que han tenido la valentía de buscar en una tierra diferente a la que nacieran felicidad y seguridad para sus familias y para ellos mismos.
Jesús, que haciéndote unos de nosotros nos revelaste la bondad de Dios concede a las comunidades por las que transitan, a las que llegan o a las que regresan la gracia de reconocer en ellos y en ellas a misioneros de esperanza; compartan con otros la alegría de contar con tu auxilio en las duras circunstancias que enfrentan por no pertenecer al lugar en el que se encuentran.”
Monseñor Acero presidió la celebración reunido con sacerdotes -especialmente scalabrinianos, dedicados a acoger a los migrantes-, religiosas y representantes de países con alta situación migratoria, que formaron parte de la procesión con sus banderas de origen.
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