La Secretaría de Cultura del Gobierno Federal y la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH se comprometieron a que en 2021, la Parroquia de la Santa Veracruz quedará rehabilitada en su totalidad. Desde el 2017 se había cerrado al culto debido a los daños estructurales ocasionados por el sismo registrado el 19 de septiembre.
Este año, el abandono del templo llevó a que personas en situación de calle ingresaran al inmueble en busca de refugio; sin embargo, se registraron destrozos en la parroquia.
El hecho más grave ocurrió el pasado 30 de agosto, cuando se suscitó un incendio al interior de la parroquia. Una persona en situación de calle fue rescatada por los bomberos.
Sobre el tema, el padre Salvador Barba, Enlace de la Arquidiócesis de México con las autoridades de Cultura y Director de la Dimensión de Bienes Culturales, señaló que actualmente la Secretaría de Seguridad Pública se encarga del resguardo del inmueble, el cual fue tapeado para evitar que nuevamente ingresaran personas sin autorización.
En cuanto al patrimonio artístico, cultural y religioso, que incluye pinturas, esculturas, ornamentos litúrgicos y el archivo histórico, ya ha sido puesto a salvo, informó el sacerdote.
Y sobre las obras de restauración, señala que el Proyecto Ejecutivo ya iba por buen camino; sin embargo, ante lo ocurrido, ahora las autoridades de Cultura están haciendo esfuerzos para finalizar cuanto antes los trabajos, y así poder reabrir la parroquia ya restaurada.
El incendio en la Santa Veracruz agravó los daños existentes por el sismo de 2017, sobre todo los del campanario y el coro de la iglesia.
La restauradora y subdirectora de la Dimensión de Bienes Culturales de la Arquidiócesis de México, Claudia Alejandra Garza, habló en entrevista sobre los daños y las obras que se protegieron.
Claudia Garza comenta que la mayoría de los bienes muebles no tuvieron afectaciones y que estos ya se encuentran a salvo.
Según información oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el fuego se generó en el área colindante entre la torre campanario sur, -Avenida Hidalgo- y el coro del templo. Derivado del fuego, el órgano del siglo XX se calcinó casi en su totalidad, por lo que resulta ser la obra más dañada.
Además del órgano, una campana, una pintura de la Virgen Dolorosa y otra de la Virgen de Guadalupe, ambas del siglo XIX, sufrieron daños debido al calor generado por el incendio, explicó la especialista.
Los principales daños en las dos pinturas son ampollas en la capa pictórica por el contacto con las altas temperaturas, pero estos daños pueden subsanarse con una restauración adecuada.
Al ser sofocado el fuego, la empresa contratada por el INAH para los trabajos de reconstrucción de la Parroquia de la Santa Veracruz y la Dimensión de Bienes Culturales arquidiocesana trabajaron en conjunto con el equipo del párroco para proteger los bienes muebles de esta parroquia ubicada frente a la Alameda Central en la Ciudad de México.
“La empresa encargada de la reconstrucción cuenta en su equipo con cinco restauradores que coordinaron los trabajos para proteger y resguardar las obras” explica.
Los expertos hicieron una lista detallada con registro fotográfico de las piezas, y ésta se cotejó con un inventario existente custodiado por el párroco Bernard Olorunfemi.
La subdirectora de la dimensión arquidiocesana añadió que también fue resguardada la serie de pinturas de la vida de San Francisco Javier atribuidas a Miguel Cabrera, además de esculturas policromadas, ornamentos litúrgicos y el archivo histórico que contiene libros de sacramentales antiguos e información sobre la Archicofradía de la Santa Vera Cruz fundada por Hernán Cortés.
La Santa Veracruz es una de las iglesias más antiguas de la capital del país, para 1526 ya había fundado ahí Hernán Cortés una ermita para la Archicofradía de la Cruz, que posteriormente fue demolida y sobre ella se construyó la actual parroquia.
De acuerdo con Alfonso Toro, en su libro La cántiga de las piedras, a esta archicofradía pertenecían “las personas más distinguidas y nobles de la ciudad, lo que después la hizo tomar el nombre de ‘Archicofradía de los Caballeros’. Y a ellos les fue encargado el cuidado del Señor de los Siete Velos, como aún se conoce a esta imagen de Cristo, que está a salvo y ya resguardada.
Se cree que fue un obsequio del Papa Paulo III al rey Carlos V, quien a su vez la regaló a la Archicofradía, sin embargo, esto es difícil de probar puesto que el Cristo es una escultura realizada en caña de maíz, papel amate y madera de colorín, materiales propios de la escultura ligera realizada en la Nueva España.
La imagen estaba cubierta, en efecto, por siete velos, los fieles que asistían continuamente, y lograban ver que le quitaran los siete velos, ganaban indulgencias.
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