En la Séptima Estación del Viacrucis, en la que Jesús cae por segunda vez, lo cual nada tuvo de extraño por la manera tan humillante en que lo habían maltratado, de una forma en que a nadie nos gusta que nos traten, como hoy se trata a los presos, a las personas en condición de calle, y a otros grupos condenados al olvido social, pero jamás olvidados por el Señor.
Puedes leer: Guía para reflexionar en la Sexta Estación del Víacrucis
“Me rodeaban cerrando el cerco… Me rodeaban como avispas, ardiendo como el fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó… Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte”. (Sal 117)
A través de la meditación, la oración, la contemplación y las acciones que podemos llevar a cabo respecto a la anterior lectura del Evangelio, podemos plantearnos lo siguiente:
¿Qué nos dice a nosotros, hombres pecadores, esta segunda caída, cuando la primera parece exhortarnos a ponernos de pie en nuestro camino de la cruz?
¿De qué caída, de qué postración hoy debemos levantarnos para ser signos de la fuerza que nos ha sido dada con el Espíritu de Cristo?
Puedes descargar una guía para la meditación de la Séptima Estación del Viacrucis: Aquí
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