En días pasados, algunos medios de comunicación publicaron una noticia en el sentido de que el gobierno de Nicaragua, encabezado por Daniel Ortega, había expulsado del país a un grupo de religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, quienes habían recibido asilo en México por parte de su congregación.
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Ciertamente, el gobierno nicaragüense ha llevado a cabo una serie de hostilidades en contra de la Iglesia Católica, como lo demuestra la expulsión, a principios de julio, de 18 religiosas Misioneras de la Caridad de Madre Teresa; y posteriormente, la violenta aprehensión del Obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez Lagos, y siete de sus colaboradores.
También es cierto que el pasado 20 de septiembre, un grupo de religiosas del Sagrado Corazón de Jesús llegó a México proveniente del país sudamericano para reintegrarse a su congregación de origen. Sin embargo, las propias religiosas publicaron un comunicado para aclarar los motivos por los cuales volvieron al país.
En él señalan que fueron tres los motivos por los que dejaron Nicaragua: primero, el vencimiento de sus residencias; segundo, problemas de salud, y tercero, la escasez de personal en la congregación para reforzar la comunidad.
Finalmente, las religiosas enviaron un mensaje de agradecimiento a toda la comunidad de la Diócesis de Matagalpa por la calurosa acogida y el cariño que les brindaron los pastores, sacerdotes, y fieles laicos y laicas.
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