Bastó un llamado del párroco del Sagrado Corazón de Jesús, Eduardo Pierson Espinoza, para que decenas de fieles comenzaran a llegar al templo con víveres y utensilios de limpieza y sanitización para recibir en el salón parroquial a los damnificados del derrumbe en el Cerro del Chiquihuite, en la Diócesis de Ecatepec, Estado de México, a causa de las fuertes lluvias de los últimos días.
Esta movilización ocurrió luego de que esta tarde varias viviendas quedaran sepultadas por toneladas de piedras y tierra, provocando la muerte de al menos una persona. En este momento, Protección Civil y Cruz Roja realizan labores de rescate, pues se presumen que diez personas, entre ellas varios niños, se encuentran bajo los escombros.
A petición del obispo Óscar Roberto Domínguez Couttolenc, tres parroquias de la zona se han convertido en albergue, donde algunos damnificados pasarán la noche, pues las autoridades han pedido que al menos 80 viviendas sean desalojadas para evitar riesgos.
En entrevista para Desde la fe, el sacerdote Pierson Espinoza aseguró que el salón parroquial del Sagrado Corazón ya se encuentra habilitado para recibir a las familias que serán desalojadas. Esta parroquia se ubica a un kilómetro de distancia de donde ocurrió el deslave.
Para el sacerdote, es incierto el número de personas que pudieran llegar esta noche al albergue, pero estarían en condiciones de recibir entre 30 y 40 personas. “Ya vinieron del gobierno y de Protección Civil a sanitizar, a limpiar el salón. Los mismos miembros de la comunidad parroquial, los feligreses, los grupos parroquiales, ya nos organizamos para limpiar y para preparar alimentos”, explica.
Los fieles han proporcionado camastros, colchonetas, cobijas, ropa, papel higiénico. “La comunidad ha sido muy solidaria. Apenas les mandé decir por el grupo de chat que tenemos, y se dejaron venir para ayudar. También han traído agua y comida, pero necesitamos más gel antibacterial y cubrebocas”.
En su mensaje a los habitantes del Chiquihuite, el padre Eduardo Pierson pide tener mucha fe y mucha esperanza: “Entendamos que esto es consecuencia de que no hemos cuidado nuestro planeta, nuestro mundo, y éste es el resultado. No es un castigo de Dios, porque sabemos que Dios es amor, que nos ama y tal vez esto que sucede pues nos ayuda a reflexionar la necesidad de acercarse y buscar a Dios”.
Desde la fe también entrevistó al párroco de Nuestra Señora del Carmen en La Presa, ubicada a un kilómetro y medio del incidente, y que también se ha convertido en albergue. Al respecto, el padre Juan Morales Jacobo aseguró que en cuanto se enteraron del desgajamiento, la comunidad respondió de inmediato para ayudar.
“Ya traíamos el ritmo de apoyar a las personas que tuvieron los estragos de la lluvia. Como pudieron ver en todos los noticieros, la lluvia pegó muy fuerte acá en la Diócesis de Ecatepec y estábamos implicados en una colecta de víveres y de bienes no perecederos para ayudar a esas comunidades que están damnificados por la lluvia”.
“Mi Obispo, gracias a Dios, ha estado muy sensible (…) y estableció protocolos inmediatos para que las parroquias estuviéramos al pendiente de lo que hiciera falta. Las parroquias en las zonas que sufrieron daños por las lluvias han servido de albergue y ahora nosotros de inmediato también nos propusimos para serlo”.
El padre Morales explicó que la parroquia ya está preparada para recibir a los damnificados.
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“La comunidad se ha mostrado muy solidaria en este sentido, estamos organizando cuadrillas de equipos para atender a las personas, desayunos, comidas, cenas, baño y todas las necesidades que puedan tener. Sabemos que esto no será algo de una semana ni quince días, es algo que tomará algo de tiempo”.
“Estamos muy atentos para acoger a los hermanos que vengan y la comunidad está sensible a la tragedia que están viviendo. Buscan responder como cristianos, e independientemente de que quienes lleguen sean creyentes o no creyentes, que aquí encuentren el rostro de Jesús, encuentren calidez, un trato humano y todo el respeto a su dignidad”.
Además de estas dos parroquias, en la zona se encuentra también la Parroquia de San Juanico, la de Nuestra Señora de Zapopan y La Lupita, pero sólo la primera tiene posibilidades para recibir gente, aunque serían sólo diez personas.
En tanto, la Capilla del Calvario, localizada a unos cuantos metros de donde ocurrió el deslave, se ha convertido en centro de operaciones de Protección Civil y Cruz Roja.
“Esto va para largo. Nosotros los acogemos, pero hay que tener mucha paciencia, calma y caridad cristiana”, insistió el sacerdote.
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