Para seguir dando vida a una de las tradiciones de la religiosidad popular más arrigadas de la Ciudad de México, este día, en que se conmemora la solemnidad de Corpus Christi, decenas de niños y niñas vestidos de “iniditos” o “juandieguitos”, acudieron, en compañía de sus familias, a la Catedral Metropolitana de México, a fin de dar gracias a Dios por la presencia continua de Cristo en la tierra, a través del pan y del vino.
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Durante la Misa con motivo de esta solemnidad, el Arzobispo de México, Cardenal Carlos Aguiar, dio una bendición especial para todos estos niños vestidos de manta y con hermosos adornos en tonos muy mexicanos, pidiendo al Señor por ellos, para que cuando lleguen a mayores sean fervorosos en la fe y permanezcan firmes en la esperanza de su reino.
Aunque existen varias versiones sobre esta colorida tradición, en que los varoncitos lucen bigotes pintados, y las niñas trenzas adornadas con listones, la más popular señala que antiguamente los habitantes de los alrededores del Valle de México en fiestas importantes, como la solemnidad de Corpus Crhisti, acostumbraban estrenar estrenar vestimentas y bajar al centro con sus animales de carga, en los que transportaban productos para la venta y sus ofrendas al Señor.
Este parece ser también el origen de las tradicionales mulitas, hechas de palma, barro o algún otro material, que elaboran artesanos de los alrededores de la Ciudad, mismas que venden a la salida de diversos tepmlos. Por eso, a la solemnidad del Corpus Christi se le conoce también como el día de las mulas.
Al término de la Santa Misa, obispos, vicarios episcopales y presbíteros arquidiocesanos, acompañaron en procesión al Cardenal Carlos Aguiar, quien, entre cantos y rezos, recorrió con el Santísimo Sacramento algunos pasillos de Catedral.
“Se llama Orlando y tiene siete meses. Cuando yo era chica mi mamá me vestía así y me traía también a Catedral. Quiero seguir la tradición, porque es algo bonito, muy mexicano”. Ángeles, Tacubaya
“En 1958 yo, siendo un niño, me iba a morir, y mi mamá me trajo aquí vestido de “juandieguito” por la manda que hizo para que me salvara. Desde entonces no he dejado de venir; primero era a mí el que me disfrazaban; luego yo disfracé a mis hijos, y a hora mis hijos disfrazan a mis nietos”. Antonio Zamora. Estado de México.
Nueve años lleva este pequeño visitando la Catedral vestido de “juandieguito” en la solemnidad de Corpus Christi. “Prácticamente lo traigo desde que nació. Pero es una tradición que me dejó mi mamá; ella también me trajo desde pequeña, así que llevo 61 años viniendo”. Lilia Patricia Aceves, Ecatepec.
Esta pequeña acaba de cumplir tres años y viene a Catedral a ser presentada. “Quise vestirla así por la tradición de Corpus Christi. Creo que Cristo existe, que está en medio de nosotros y en él tengo puesta toda mi fe”. Érica Fuentes, Ciudad de México.
“Mi hija se llama Ángeles Shadaí. La traigo vestida así por una tradición familiar y por la fe que nos inculcaron a mi hermana y a mí. Para mi abuelita era importante que viniéramos cada año a la Catedral en la fiesta de Corpus Christi”. Lizbeth Anahí, Col. Río Blanco, Ciudad de México.
“Traje a mi nieta Belinda porque soy una mujer de tradiciones católicas, y trato de inculcarles lo mismo a mis nietos, porque Dios me ha protegido, y quiero que ellos crezcan con esa seguridad en el Señor, que sepan que hay alguien que los ama y los protege”. Verónica Vizcaya. Ciudad de México.
“Dígame si no somos católicos, mi nieto se llama Jesús y mi nieta Guadalupe. Desde que mis hijos eran chicos los traigo a Catedral cada Corpus Christi. Dios es todo poder y todo amor para nosotros. Es el que nos da la fuerza para vivir”. María de Jesús, Ciudad de México.
“Hacer y vender mulitas es una tradición familiar. Cada año, en la fiesta de Corpus Christi, mis abuelitos traían a mis papás, y mis papás nos han traído a mi hermana y a mí. Esta costumbre se debe a que antiguamente las personas de los pueblos cargaban sus mulas con cosas que mandaban los hacendados para la iglesia, y que ellos dejaban a manera de ofrenda.” Elodia Conde, Lerma, Estado de México.
“Llevo más de 50 años viniendo a vender mis mulitas, tanto de cristal como de barro, yo las elaboro. A excepción de un año en que no nos dejaron poner aquí nuestros puesto, siempre he estado aquí”. Angelina N., Teotihuacán.
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