“En León hay dos cosas muy marcadas: el catolicismo y el futbol. La religión católica la tenemos muy arraigada, y somos aficionados al Club León; así nos ubican en todos lados: nos dicen que somos muy mochos y que también somos muy fanáticos del León”, asegura con orgullo el joven César Murillo, quien aún tiene fresco el recuerdo de aquel 24 de marzo de 2012 cuando el Papa Benedicto XVI pasó impartiendo su bendición frente al Estadio Nou Camp.
“¡Benedicto, Benedicto, sácanos de este infierno maldito!”, gritaban algunos aficionados del León, ataviados con sus playeras verdes, al paso del papamóvil, mientras el Santo Padre bendecía las interminables vallas de fieles sobre el Boulevard Adolfo López Mateos.
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Antes de aquella visita apostólica a México, había llegado a la redacción del semanario Desde la fe una carta a través de la cual un aficionado del conjunto esmeralda solicitaba al Papa Benedicto XVI que bendijera el estadio, pues el León llevaba diez años en la Liga de Ascenso sin poder subir a la Primera División del Futbol Mexicano.
La visita de Benedicto XVI al estado de Guanajuato coincidía con un gran momento, el mejor en años, por el que atravesaba el equipo, comando en aquel entonces por un nuevo entrenador, el argentino Gustavo Matosas. “¡Benedicto, Benedicto, que el León siga invicto!”, era otra de las porras que se escuchaban al paso del papamóvil por las calles de la ciudad.
César Murillo, quien desde que tiene uso de razón es aficionado a “La fiera” (Como se le conoce también al equipo), asegura que, para empezar, fue una gran sorpresa que el Vicario de Cristo eligiera la ciudad de León para esta visita: “Había mucha alegría y júbilo, era una gran bendición que estuviera con nosotros”.
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Y como aficionado, recuerda que había mucha esperanza de que el equipo regresar a la Primera División después de una década. De hecho, por esos días, una de las fotografías más difundidas en toda la ciudad fue la del Pontífice impartiendo la bendición a la gente, con el Estadio Nou Camp al fondo: “Sabemos que la bendición era para los presentes, pero todos los aficionados lo tomamos como que también estaba bendiciendo a nuestro equipo”.
“El León venía saliendo de una muy mala racha –añade–, que muchos consideraban una maldición. Ya estábamos a nada de ascender, y pasaba algo: jugaban muy mal el último partido, se lesionaba el goleador; incluso, algunos decían que los jugadores se vendían”.
Pero aquel Torneo de Clausura 2012 todo se conjugó para que las cosas fueran diferentes: “Cambiaron los dueños y la directiva, vino el nuevo entrenador, y además, el Papa visitó la ciudad”, dice César.
Por eso, aquel 12 de mayo de 2012, tras vencer a Correcaminos en el Nou Camp, ante más de 30 mil espectadores, y con un contundente marcador global de 6-2, “muchos consideramos que, con el simple hecho de tocar nuestra tierra, el Papa Benedicto XVI nos hizo el favor de regresar al León a la Primera División”, concluye César.
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