Santo Tomás de Aquino es Doctor de la Iglesia, uno de los filósofos más importantes de la historia y uno de los teólogos más relevantes del catolicismo. ¿Sabes por qué? Aquí te lo contamos.
La baja Edad Media tuvo momentos de enfrentamiento entre las tesis de los filósofos griegos y algunos pasajes bíblicos y enseñanzas de Jesús, por ejemplo, la consagración de la Eucaristía. Santo Tomás de Aquino supo hacer frente a estas discusiones.
Perteneciente a la Orden de los Predicadores desde 1244, escribió un tratado de gran importancia para la Iglesia: Summa Theológica, en la que abordó 495 cuestiones sobre doctrina y abordó el tema de la transubstanciación de la Eucaristía a partir de lo que decía Aristóteles sobre la sustancia y la esencia de las cosas. Su obra incluía síntesis teológicas, disputas académicas, cuestiones políticas, sermones y asuntos de física.
Santo Tomás de Aquino nació en el reino de Sicilia en 1225. Estudio en la abadía de Montecasinos, en la Universidad de Nápoles y en la de París; fue a Colonia, en Alemania donde fue consejero del rey de Francia Luis IX, y durante una década dio clases en Nápoles, Orvieto, Roma y Viterbo. El Papa Urbano IV lo nombró su consejero personal.
Este filósofo creía en el diálogo entre la ciencia y la fe. Aristóteles era compatible con la fe católica, no obstante, en aquellos años, había serias restricciones a los avances científicos; por ejemplo, en el campo de la anatomía, pues la disección de cadáveres no daría inicio hasta el siglo XIII.
La obra de Santo Tomás de Aquino y la de su maestro Alberto Magno fueron posibles gracias a que acumulaban la sapiencia de la antigüedad que ellos fueron depurando con razonamientos filosóficos y científicos.
Por ejemplo, con San Agustín de Hipona (354-430), la ciencia y la fe encontraron un camino de convivencia al decir que, si las evidencias científicas eran contrarias a la interpretación literal de la Biblia, la Iglesia debería volver al análisis de las sagradas escrituras para encontrar el verdadero sentido de la revelación divina, pero como los textos bíblicos resultaban infalibles, los errores radicaban en la interpretación de los mismos y así, la interpretación de la Biblia podía cambiar una y otra vez, las veces que fueran necesarias, conforme la ciencia fuera avanzando.
La ciencia tendría la facultad de propiciar esos cambios de interpretación, y la Iglesia se iría actualizando porque las escrituras y la ciencia no podrían contradecir.
Siendo una persona tan culta, escribió sobre música destacando que los silencios son parte integral de cada obra.
También escribió Summa contra gentiles, es decir, se refirió a los no judíos que tenían presencia tanto en el mundo conocido, pero también aplicables al desconocido.
En Suma Teológica –que consta de 14 tomos- que es una obra monumental, Santo Tomás de Aquino fue revisando a los grandes pensadores de la antigüedad, como a Pitágoras que elevó al número al misticismo, Anaximandro que llevó el lenguaje de los números a la filosofía; Anaxágoras que expulsó a los dioses de la física al pensar que hay una inteligencia cósmica; Demócrito y Anaxágoras que desecharon que en el mundo sublunar hubiera intervenciones divinas porque el mundo físico se rige por leyes naturales que no son de la competencia de los dioses.
Con justa razón, el Papa Juan XXII lo canonizó el 18 de julio de 1323; le dieron el patronazgo de todos los establecimientos educativos católicos y fue proclamado por Pío V como Doctor de la Iglesia en 1567.
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