La Iglesia debe estar alerta frente a un presidente norteamericano de las características de Donald Trump. Foto: Especial
“Dios me salvó para volver a hacer a Estados Unidos grande”, fue la frase que Donald Trump dijo al inicio de su discurso al asumir como el presidente número 47 de los Estados Unidos. Con esta afirmación, hizo alusión al atentado perpetrado en su contra el 13 de julio del año pasado en Pensilvania, del cual salió sólo con una pequeña herida de arma de fuego en la oreja.
¿Dios quiere que Trump haga grande a Estados Unidos?, ¿Es el presidente de ese país un hombre que refleja en sus actos los valores de los que Jesús nos pidió dar testimonio? Este es el análisis que hacen dos expertos en el estudio de la política y las relaciones internacionales, bajo la óptica de la fe.
El politólogo Juan Luis Hernández Avendaño, Rector de la Universidad Iberoamericana de Torreón, señala que la Iglesia debe estar alerta frente a un presidente norteamericano de las características de Donald Trump.
Sobre su afirmación, en el sentido de que Dios lo ha salvado para volver a hacer de Estados Unidos un país grande, el politólogo señala que quien habla así sólo demuestra que tiene un perfil populista del tipo mesiánico.
“Esto que hace el ahora presidente de Estados Unidos, lo han hecho muchos políticos o militares: utilizar a Dios para sus intereses, ya sea para justificar una guerra, o para defender a una nación, o para legitimar una causa política como la que él menciona de engrandecer de nuevo a un país”.
Señala que cuando un personaje público se designa a sí mismo como escogido o elegido de Dios, incurre en una práctica conocida como populismo mesiánico, y ese es el único valor que tiene esa manera de expresarse.
Para Juan Luis Hernández, nos encontramos ante el riesgo de que en Estados Unidos se constituya un régimen plutocrático, como le llamaban los griegos a un gobierno que funciona en connivencia con los grupos acaudalados; es decir, a un régimen de los ricos, que en lo que menos piensan es actuar conforme a los valores cristianos.
Señala que, contrario a la fe cristiana que dice profesar, Donald Trump lamentablemente ha hecho de la mentira una estrategia de posicionamiento político, por lo que a la Iglesia Católica le correspondería estar atenta para defender la verdad y animar a los fieles a no caer en la tentación de seguir un modelo de gobierno exitoso si éste tiene como base la mentira.
“Es muy importante -señala el politólogo-, que la Iglesia Católica sea la voz profética de hoy, una voz crítica, una voz que sea brújula social. ¿Quién más en estos tiempos podría tener la autoridad moral para decir: ‘Esto no es correcto, esto es inmoral, este modelo de gobierno no es congruente con lo que Jesús propone’? Sólo la Iglesia Católica puede tener esta autoridad”.
Juan Luis Hernández señala que, además de tener siempre una palabra en defensa de la verdad, la Iglesia Católica debe ofrecer a la comunidad una palabra de esperanza, y una orientación sobre lo que es debido hacer y lo que no.
Respecto a la fe cristiana de Donald Trump, el Rector de la Universidad Iberoamericana de Torreón explica que, a diferencia de México, en Estados Unidos la religión y la política van de la mano. “El presidente, por ejemplo, toma posesión con la mano sobre la Biblia, e incluso la palabra Dios está en cada denominación del dólar con esta expresión: “En Dios confiamos”.
Juan Luis Hernández asegura que, aunque Trump se ha mostrado como un hombre de fe, sus actos no son congruentes con la fe que dice profesar: Por tal motivo, el politólogo dice que la Iglesia Católica debe estar atenta y señalar cuando haya momentos de hipocresía religiosa o un uso político de la religión.
En tan solo dos días de su presidencia, Trump firmó decretos que impulsan políticas y acciones que van en contras de las enseñanzas de la Iglesia católica.
Por ejemplo, contrariamente a lo que pide el Papa Francisco de acoger, acompañar, promover e integrar a los migrantes que se encuentran en suelo estadounidense, el gobierno del presidente Donald Trump dio ‘luz verde’ a las detenciones de migrantes en lugares que antes se consideraban “protegidos”, como escuelas, iglesias y hospitales, de acuerdo con las nuevas directivas del Departamento de Seguridad Nacional.
También canceló la aplicación que permitía a los migrantes la posibilidad de solicitar asilo por razones humanitarias y suspendió el reasentamiento de refugiados por al menos cuatro meses. En materia de migración, propone también eliminar el derecho a la ciudadanía por nacimiento en Estados Unidos.
En las primeras 24 horas de su presidencia, retiró a Estados Unidos del auerdo de París, la acción a nivel mundial más importante contra el cambio climático. La Iglesia es una importante promotora del cuidado de la Creación y ha hecho énfasis en la responsabilidad del hombre de tomar acciones para el cuidado del medio ambiente.
Además, Trump revocó un decreto aprobado por el expresidente Joe Biden en 2023 que tenía como objetivo monitorear y regular los riesgos de la inteligencia artificial. Hace apenas pocos días, el Vaticano dio a conocer un protocolo para el uso de esta tecnología, pues considera necesario establecer principios generales que aseguren que la IA respete la dignidad humana, el bien común, y promueva la transparencia y responsabilidad ética; a la vez que prohíba prácticas como la discriminación, manipulación o vulneración de datos.
Sobre lo que viene para México con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, el analista político Rubén Aguilar considera que, en definitiva, este suceso maraca un hito en la política internacional, pero particularmente en las relaciones con México, con el que dicho país tiene una frontera de 3200 kilómetros.
En este sentido, Rubén Aguilar considera que en el panorama que pinta para México con el regreso de Donald Trump, la Iglesia debe tener un papel preponderante, sobre todo en tres temas: migración, seguridad y defensa de la libertad empresarial para que México pueda cumplir con sus acuerdos comerciales en el marco del Tratado de Libre Comercio. Esto porque la Iglesia es un actor con la capacidad de guiar la opinión pública de millones de personas.
Señaló que frente a la política agresiva de Donald Trump, la Iglesia debe mantener la cabeza fría, a fin de poder entender si se trata de ‘mero ruido’, lo cual ameritaría un tipo de pronunciamiento, especialmente si se está insultando o descalificando de modo sistemático a personas o sectores específicos, y otro tipo de reacción si se trata de acciones efectivas que atenten contra los derechos humanos de las personas.
Para el analista político, hoy se abre un espacio, en una situación muy difícil, para que la Iglesia esté aún más presente en la vida pública de México, sobre todo cuando se trata de orientar la opinión de los fieles frente a un presidente que se dice cristiano, pero que se encuentra envuelto en escándalos; un presidente expresa públicamente su fe menos por la búsqueda del bien al prójimo que por inclinar a su favor a algunos sectores de la sociedad norteamericana.
Cabe recordar que el Papa Francisco envió un mensaje a Donald Trump horas antes de que éste asumiera como presidente de los Estados Unidos, en el que, de manera velada, hizo alusión a dos temas: la necesidad de dar un buen trato a los migrantes y colaborar para la conclusión de la guerra en Ucrania.
En cuanto al tema migratorio, el Santo Padre exhortó al nuevo presidente de Estados Unidos a construir a una sociedad más justa y sin lugar para el odio, inspirado por los ideales de nación, tierra de oportunidades y acogida para todos. Y en lo tocante al tema de la guerra en Ucrania, el Papa Francisco le pidió trabajar en la promoción de la paz y la reconciliación entre los pueblos.
Posterior a la toma de protesta de Trump, el conductor de televisión Fabio Fazio conversó en Che tempo che fa con el Papa Francisco, quien señaló que todo migrante debe ser acogido, acompañado, promovido e integrado, por lo que sería una desgracia que el ahora mandatario norteamericano hiciera efectivas las amenazas que ha lanzado en contra de quienes permanecen de manera ilegal en suelo estadounidense, porque serían ellos quienes pagarían la factura del desequilibrio. “¡Así no se resuelven las cosas!, exclamó el Papa Francisco”.
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