Sor Annika Fabbian. Foto: La Voce dei Berici.
Cuando abrazó la vida religiosa, Annika Fabbian pensó que hasta ahí había llegado su gran afición por el futbol, un deporte que jugó toda su vida, al punto que se planteó seriamente convertirse en profesional, pero Dios tenía otros planes para ella.
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Sor Annika es religiosa de la Congregación de las Hermanas Maestras de Santa Dorotea de Vicenza. Religión en Libertad contó su historia, que inició en el terreno que se encontraba a un lado de la parroquia de Sant’Agostino, de Vicenza, Italia.
“Solía ir allí con mi hermano. Al principio no fui bienvenida, porque ‘las niñas no pueden jugar al fútbol’. Entonces me dijeron: Si mañana sabes el movimiento de Pelé, hacer túneles y paredes puedes jugar con nosotros’. Ni siquiera sabía qué era eso”.
“Corrí hacia mi padre, me explicó todo y entrené toda la tarde. Al día siguiente hice la secuencia del primer tiro: jugada de Pelé, doble pase, túnel y gol. La providencia me echó una mano”.
Sor Annika Fabbian. Foto: La Voce dei Berici.
Los fines de semana -recuerda-, eran para el futbol, y el resto de los días los dedicaba a otra de sus grandes pasiones: el ballet.
“La danza me enseñó reglas y disciplina. Entrené mucho, con sacrificios y exámenes en Montecarlo. Pero el fútbol era mi pasión. Jugué en Vicenza, después de una lesión cambié al fútbol sala y encontré mi dimensión. Necesitas técnica, precisión, táctica y un gran juego en equipo. Jugué en el Marano, ahora Thienese que juega en la Serie A”, explicó en entrevista.
Durante la juventud y, tras una lesión, decidió continuar sus estudios y se graduó en Bellas Artes. Después, en una Jornada Mundial de la Juventud, sintió el llamado de Dios a la vida religiosa y, al entrar al convento, pensó que aquella vida llena de arte y deporte quedaría atrás, pero el Señor le ha dado grandes sorpresas.
En su Congregación ha encontrado el apoyo para desarrollarse a plenitud; es asistente del Centro Deportivo Italiano (CSI) de Vicenza, integrante de la Comisión para el Patrimonio Cultural de la diócesis, profesora de Historia del Arte en un instituto local… y futbolista.
Ahora, Sor Annika Fabbian es integrante de la selección italiana de futbol integrada únicamente por monjas, y que tiene el objetivo de jugar como medio para la Evangelización.
“Cuando entré al convento estaba un poco preocupada porque pensaba que ya no podría ocuparme de la historia del arte ni de jugar al fútbol. En cambio, aquí estoy. El Señor me da la oportunidad de poner a disposición mis talentos”
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