El viernes 31 de julio, un individuo aún no identificado, ingresó a la Catedral Metropolitana de Managua, Nicaragua, y tras arrojar una bomba molotov dentro de una capilla, provocó un incendio que calcinó una la imagen La Sangre de Cristo, una de la más veneradas en el país.
De acuerdo con información de la Arquidiócesis de Managua, que gobierna pastoralmente el cardenal José Leopoldo Brenes, la imagen llegó a ese país en 1638, procedente de Guatemala.
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Mons. Miguel Mántica, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís en Managua, en entrevista para La Prensa, explica que por aquellos años Managua no era ni pueblo, ni ciudad, mucho menos capital, sino únicamente un lugar de paso entre León y Granada.
Era el siglo XVII, y la Iglesia nicaragüense comenzaba a construir iglesias importantes y más estables, pues hasta entonces sólo se celebraba el culto en pequeños templos improvisados. Para reforzar el simbolismo de cada templo –explicó– se conseguían imágenes muy valiosas, como este Cristo.
Antes de llegar a la Iglesia Catedral de Managua, la imagen estuvo resguardada en varias iglesias de la ciudad capital:
En su cuenta de Twitter, la hermana Xiskya, explica: “Hacia 1751 la imagen es resguardada en su primer templo, conocido como Veracruz, donde se le veneraba como ‘El Señor de los Milagros’. El Templo estaba ubicado donde hoy se encuentra el Obelisco del Parque Darío, justo detrás del Teatro Nacional”.
Sin embargo –continúa la famosa religiosa tuitera– a causa de diversos desastres naturales se trasladó a otros templos. Y hay registros de que sobrevivió a dos terremotos en 1844 y 1855. En esa época se llevó al templo San Miguel.
“Para el terremoto de 1931 ya estaba en el templo de San Antonio. Fue lo único que sobrevivió al desastre natural. La imagen estuvo en San Antonio desde 1931 hasta el terremoto de 1972”.
Cuenta que un año más tarde se llevó a la Iglesia de Monte Tabor; en 1985 a la iglesia San Pío X, y en 1993 a la que sería su último aposento, la Catedral Metropolitana Inmaculada Concepción de María.
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La hermana Xiskya lamenta que ese Cristo, con 382 años de existencia y ante el cual también rezó san Papa Juan Pablo II en 1983, hoy haya acabado calcinado: “Hoy, el fanatismo político se lleva un buen pedazo de historia nicaragüense”, dice.
La imagen, de autor desconocido, era de madera policromada, y uno de los “milagros” que se le atribuyen fue haber detenido la peste del cólera a mediados del siglo XIX.
Se le conoce como La Sangre de Cristo, por mostrar claramente las heridas que sufrió nuestro Señor Jesucristo en su Crucifixión, provocadas los clavos en manos y pies.
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