Cuando hallaron su cuerpo tras la explosión de Beirut que ha dejado sin casa a más de 300 mil libaneses, Joe Aikiki aún sostenía en sus manos un pequeño crucifijo dorado.
Joe Elias Aikiki, de 23 años, era un estudiante de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Notre Dame-Louaize, en Beirut, que estaba por iniciar un turno completo de 24 horas como electricista en el puerto de Beirut, la zona cero de una catastrófica explosión de nitrato de amonio que ha cobrado la vida de al menos 137 personas, con unos cinco mil heridos.
Lo último que se supo de él fue un video que envió a un chat grupal en el que mostraba un incendio en el puerto. Después desapareció durante tres días.
Desde el momento de su desaparición, su madre comenzó a buscarlo. “Seguiré esperando porque sé que Joe Akiki es fuerte, Joe Akiki es un héroe”, dijo la televisora MTB Líbano.
Horas más tarde, trabajadores de rescate hallaron finalmente el cuerpo de Joe, con el crucifijo en mano, la señal más clara de que, durante todo el tiempo en que estuvo con vida tras el siniestro, se encomendó al Señor.
“Atrapado durante tres días bajo un edificio derrumbado, Joe Aikiki estuvo orando todo el tiempo sosteniendo la cruz en su mano, murió rezando, murió silenciosamente”. Escribió Christiane Waked, columnista del diario Khaleej Times, quien dio a conocer la noticia.
A manera de homenaje, su Universidad eligió una frase de Santa Teresita del Niño Jesús: “No me estoy muriendo. Estoy entrando a la vida”.
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