Por su lucha incansable de casi 50 años contra la pobreza en Madagascar, que le ha llevado a fundar la comunidad de Akamasoa, donde viven en casas de ladrillo miles de personas que antes no tenían hogar, el gobierno de Eslovenia nominó al sacerdote lazarista, Pedro Opeka, para el Premio Nobel de la Paz.
“Los esfuerzos humanitarios del misionero y sus colaboradores en Madagascar se han convertido en un proyecto de paz global en la lucha contra la pobreza, la marginación y la injusticia, para que los pobres de todo el mundo puedan llevar una vida digna”, aseguró el Primer Ministro esloveno Janez Janša, explicando sus razones para la candidatura del padre Pedro.
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El padre Pedro es un sacerdote argentino de origen esloveno, perteneciente a la Congregación de la Misión, fundada por San Vicente de Paúl, conocidos comúnmente como vicentinos o lazaristas y, desde hace décadas, es misionero en Madagascar, uno de los países más pobres de África.
Su labor inició hace casi 50 años, cuando vio a un grupo de personas viviendo en un basurero y decidió ayudarlos a salir de la pobreza.
“Vi miseria como uno nunca se la puede imaginar si no la ve. Vi en las afueras de la ciudad a 800 familias, cada una con seis, siete, ocho chicos, metidas adentro de la basura, viviendo en el vertedero, en túneles hechos dentro de los desperdicios”, dijo hace tiempo en una entrevista para la BBC.
“Entonces yo dije: ‘no hermanos; esta pobreza la vamos a vencer y vamos a salir y nuestros hijos tienen derecho a vivir con más dignidad y no morir a los cinco o seis años”.
Eso le llevó a fundar Akamasoa, una aldea que, con el tiempo, ha crecido a tal grado que ahora está formada por cuatro mil casas de ladrillo, educación, clínicas, hospitales y espacios deportivos.
Los habitantes de la villa tienen la oportunidad de formarse en distintas profesiones y han logrado llevar una vida independiente.
“El lazarista ha librado muchas batallas contra la pobreza, dando esperanza a quienes viven en los márgenes de la sociedad y ofreciéndoles nuevas oportunidades para una vida más digna”, agregó Janša.
La labor del padre Pedro ha sido reconocida desde hace muchos años y, en su carrera, ha obtenido grandes reconocimientos, como la Legión de Honor de Francia y la Orden Nacional, de Madagascar.
Esta no es la primera ocasión en que Eslovenia pide el Nobel para el padre Pedro. En años anteriores también lo han hecho Francia, Mónaco y Argentina.
Con información de Vatican Media.
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