En represalias por haber denunciado la probable infiltración de la mafia en el gobierno local, criminales intentan envenenar al sacerdote Felice Palamara con lejía vertida en la vinajera que contenía el vino de consagrar que utilizaría durante una celebración eucarística.
Este atentado no es el primer acto de intimidación que sufre el párroco de la Iglesia de San Nicolás del pueblo de Pannaconi de Cessaniti, en la región de Calabria, sur de Italia, ya que hace unos días sabotearon su automóvil y ha recibido una serie de cartas anónimas con amenazas de muerte, según ha confirmado el mismo padre.
El padre Palamara se encontraba oficiando la Santa Misa del sábado 24 de febrero en su parroquia y luego de realizar la consagración, en el momento en el que se llevó el cáliz a la boca para beber el vino de consagrar detectó un olor raro, por lo que decidió no tomarlo.
Ante este hecho, el sacerdote interrumpió la celebración diciéndoles a los fieles presentes que no se sentía bien y acto seguido se retiró del templo y llamó a la policía para notificar del hecho, que luego de llevar a analizar el contenido de los recipientes confirmaron inmediatamente que había presencia de lejía en ellos.
“Estoy seguro de que esta última intimidación no proviene de mis feligreses. Estoy en Pannaconi desde hace diez años y siempre he tenido una relación de amor y afecto mutuo con la gente local”, subrayó el sacerdote en una entrevista concedida al diario italiano Corriere dela Será, luego de que los criminales lo intentaran envenenar.
Luego de las investigaciones y tras conocerse las intimidaciones y amenazas que ha sufrido por los grupos criminales a los que ha molestado con sus denuncias y que esperan legitimar el poder mediante el chantaje y la intimidación, el comisario de policía le ha asignado vigilancia las 24 horas del día al sacerdote.
En una publicación de Facebook, el sacerdote Felice Palamara aseguró que ante el intento de los criminales de asesinarlo del que fue objeto, su venganza en contra de quienes colocaron la lejía en el vino de consagrar es el amor.
“Mi venganza se llama amor”, aseguró el sacerdote luego de que lo intentaran envenenar los criminales y añadió que no se detendrá “ante los obstáculos, ni me espantaré de las tinieblas, porque más allá de todo, sea quien sea, todo lo que se ha hecho por mí es y sigue siendo ese hermano sólo para amar, aunque la justicia deba seguir su curso”.
Por su parte, monseñor Atilio Nostro, obispo de Vibo Valentia, provincia a la que pertenece la parroquia del pueblo de Pannaconi de Cessaniti, aseguró que la diócesis vive un momento de sufrimiento debido a estos actos de intimidación que nada tienen que ver con la vida cristiana normal de las iglesia.
“Por este motivo, hago un nuevo llamamiento a las comunidades cristianas para que no se dejen desanimar por este lenguaje de violencia. No debemos ceder a esta lógica, dejándonos tentar por la desesperación y la ira”, aseveró luego de reunirse con el sacerdote al que intentaron asesinar con lejía vertida en el vino de consagrar.
El padre Palamara, de la orden de los Oblatos del Sagrado Corazón, fundada por el beato Francesco Mottola, es conocido como el “cura milagro”, ya que cuando era seminarista, en 2008, tuvo fuertes dolores en la vejiga, enfermedad que se prolongó por más de dos años, pese a que fue operado en varias ocasiones, no mejoró.
El entonces seminarista tenía miedo a morir sin haber celebrado una misa y por esa razón todos los días rezaba ante un cuadro de Francesco Mottola para pedir su intercesión para recupera la salud.
“La noche del 13 al 14 de mayo de 2010 tuve un sueño: estaba en una iglesia, y en cierto momento vi llegar a un sacerdote. No le miré a la cara, mantuve mis ojos bajos, hacia su sotana. Le dije: ‘¿Quién eres?’. Él respondió: ‘Soy el padre Mottola, usted siempre me llama, habla de mí con todo el mundo’.
“‘Padre estoy enfermo, tengo que hacer otras cirugías’, le dije. Y él dijo: ‘No, no te preocupes. No se le realizará ninguna otra cirugía. Tu vejiga volverá a ser como antes. Ahora levántate y ve al baño’ y poniendo su mano sobre mi cabeza me dijo: ‘Adelante hasta que la sangre sea derramada porque me servirás para muchos bienes en la Iglesia’”, recordó el sacerdote, quien se recuperó totalmente.
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