Este martes, el Vaticano dio a conocer las orientaciones pastorales para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en todas las diócesis del mundo, el próximo 21 de noviembre, Día de Cristo Rey.
Las celebraciones internacionales de la JMJ se llevan a cabo cada tres años en diferentes países con la participación del Santo Padre. Cada año, en cambio, se celebra en cada diócesis del mundo.
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Estas son los consejos que la Santa Sede ha dado a las diócesis para la organización de sus jornadas:
La celebración de la JMJ ofrece a los jóvenes una experiencia viva y alegre de fe y comunión, un espacio para experimentar la belleza del rostro del Señor. En el corazón de la vida de fe está el encuentro con la persona de Jesucristo, por lo que es bueno que en cada JMJ resuene la invitación a cada joven a encontrarse con Cristo y a iniciar un diálogo personal con Él.
Es importante que la celebración diocesana/eparquial de la JMJ se convierta en una ocasión en la que los jóvenes puedan experimentar la comunión eclesial y crecer en su conciencia de ser parte integrante de la Iglesia.
Se pueden organizar misiones en las que se invite a los jóvenes a visitar a las personas en sus casas, llevándoles un mensaje de esperanza, una palabra de consuelo o simplemente ofreciéndoles escuchar. Aprovechando su entusiasmo, los jóvenes – siempre que sea posible – pueden ser también protagonistas de momentos de evangelización pública, con cantos, oración y testimonios, en aquellas calles y plazas de la ciudad donde se reúnen sus coetáneos, porque los jóvenes son los mejores evangelizadores de los jóvenes.
Dentro de una fuerte experiencia eclesial y misionera de la fe, se debe dar prioridad a la dimensión vocacional. Es un enfoque gradual que, en primer lugar, hace que los jóvenes comprendan que toda su vida está puesta ante Dios, que los ama y los llama.
La JMJ puede proponer formas concretas para que los jóvenes tengan experiencias reales de peregrinación, es decir, experiencias que animen a los jóvenes a salir de sus casas y ponerse en camino, durante las cuales aprendan a conocer el sudor y el trabajo del viaje, la fatiga del cuerpo y la alegría del espíritu.
La JMJ debe ser una ocasión de encuentro para los jóvenes, no solo para los jóvenes católicos. Puede ser un momento oportuno para que todos los jóvenes que viven en una zona determinada se reúnan y hablen entre sí, más allá de sus creencias, su visión de la vida y sus convicciones.
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