Entre los cristianos es importante que nuestro comportamiento con el prójimo esté apegado a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, sobre todo con el hermano más necesitado y seguir el ejemplo del buen samaritano. ¿Pero qué características debo tener para saber si soy un buen samaritano?
El padre Fabio Baggio, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, señaló las cuatro características que debe cumplir una persona para ser considerada como un “buen samaritano”.
Al participar en el Foro “Personas alejadas de la dinámica eclesial”, el sacerdote indicó que el Papa Francisco ve en esta parábola contada por Jesús una iniciativa en la que se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos, levantan y rehabilitan al caído.
Al participar en el Foro con la ponencia “El clamor de los pobres, excluidos y alejados en la ‘Fratelli Tutti’”, el padre Baggio señaló que a partir del encuentro descrito en la parábola se pueden resumir en “cuatro verbos” las características estrechamente vinculadas que debe tener una persona para considerarse un buen samaritano: reconocer al necesitado, tener compasión, hacerse prójimo y cuidar.
El primer paso, explicó el funcionario del Vaticano, es reconocer en el otro al necesitado, y para ello se requiere ante todo darnos cuenta de su presencia, por que quien vive ensimismado, desinteresado de los demás e indiferente, no logra darse cuenta del prójimo “golpeado y abandonado en el camino”.
Entonces, añadió el sacerdote, reconocer al hermano y a la hermana en el prójimo requiere un esfuerzo adicional, sobre todo si no es parte del nuestro círculo de pertenencia.
“El cristiano está llamado, por tanto, a reconocer al mismo Cristo en cada hermano abandonado o excluido. Teniendo esto en cuenta, la cultura del encuentro se transforma en teología del encuentro”, explicó a través de su partición en el Foro organizado por la Arquidiócesis Primada de México.
La segunda de las características, continuó el padre Fabio Baggio, la compasión considera la capacidad del buen samaritano de comprender el sufrimiento del pobre viajante, de cómo verse y sentir empatía. “No es una opción posible el vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede a un costado de la vida”.
“Esto nos debe indignar hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Sin embargo, existe también una dimensión trascendente que erige como modelo la compasión de la vida. Como explicaba el Papa Francisco, la compasión de Dios es meterse en el problema, meterse en la situación del otro, con su corazón de Padre”, afirmó.
En tercer lugar, siguió el padre Baggio, surge la necesidad de hacerse prójimos, como lo hizo el samaritano con el judío herido, quien para volverse cercano y presente atravesó todas las barreras culturales e históricas, que suelen generar miedos y prejuicios que nos hacen mantener la distancia con otras personas y a menudo nos impide acercarnos como prójimos y servir con amor.
“Hacerse prójimos con amor, involucrarse personalmente, regalando al otro lo más valioso que tenemos, el tiempo. Hacerse prójimos significa estar dispuesto a ensuciarse las manos y el ejemplo más grande nos lo dejó Jesús, cuando lavó los pies de sus discípulos y se quitó el manto, se arrodilló y se ensució las manos”, dijo sobre la tercera de las características para ser un buen samaritano.
Por último, apuntó el subsecretario del Dicasterio, la cuarta característica es el cuidar siguiendo el ejemplo del samaritano, ante lo que el Santo Padre nos invita a vendar las heridas de cada forastero existente, exiliado u oculto, “vertiendo aceite y vino”, que junto con las vendas representan aquellos instrumentos que estamos llamados a utilizar para aliviar y curar.
“Desde una escucha atenta a una palabra oportuna; desde la asistencia médica a la psicológica; desde el restablecimiento de la confianza a la restauración de la dignidad personal.
“Cuidar significa hacerse cargo de los sufrimientos del otro, se trata de un compromiso a largo plazo que nos transforma en compañeros de viaje, en amigos que comparten el camino hacia una meta común”, concluyó el padre Fabio Baggio.
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