Historias de Fe

La historia del “bolerito” mexicano que conmovió al Papa Francisco

54 años después se encontraría cara a cara con el Papa Francisco: aquel momento ocurrió en el avión en el que viajaban rumbo a México para la Visita Pastoral de febrero de 2016, en medio de una multitud de reporteros que alistaron sus flashes para tomar registro fotográfico de ese inesperado suceso.

“¿Quién es usted?, le preguntó el Papa Francisco. “Yo soy Noel Díaz”, le respondió él, y recibió como saludo una sonrisa, como las que el Papa iba repartiendo por el pasillo del avión. Fue entonces que Noel no dudó en decirle las palabras clave: “Soy el lustrabotas”. Y el Papa Francisco esbozó un gesto de verdadero asombro.

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Una infancia llena de carencias

Para poder mantener a su hijo de un año de edad, en su situación de madre soltera, doña Chuy trabajaba fuertemente como vendedora ambulante afuera de un campo de beisbol de Tijuana, adonde cierto día llegó un joven vendiendo una bicicleta.

Como el precio de la bici era muy bajo, sus compañeros vendedores la animaron a comprarla para usarla en el traslado de la mercancía, pues su carrito cada vez se hacía más viejo. “Mi mamá la compró -platica don Noel Díaz-, y la llevó a la vecindad donde vivíamos. Ahí me encargaba a mí con una señora”.

Era la edad en que Noel ya gateaba, así que mientras andaba por el suelo jugando, presionó la válvula de una de las llantas y le sacó el aire, de manera que su mamá pidió de favor a un muchacho llevar la bicicleta a la gasolinería para inflarla nuevamente. El joven volvió pronto, pero acompañado de policías, pues resultó que la bicicleta era robada.

Noel Díaz en compañía de su doña Chuy, su señora madre.

Doña Chuy explicó ante la autoridad lo que había ocurrido, y le pidieron que presentara testigos de la compra de la bicicleta. Pero cuando los testigos llegaron, también los detuvieron. Ellos estuvieron apenas unos días; no así doña Chuy, quien fue sentenciada a dos años de cárcel.

Tras unos meses en la Prisión Federal, doña Chuy miró cierto día hacia arriba para ver a los guardias que vigilaban desde las alturas, uno de los cuales le dijo: “¡Doña Chuy! ¿Qué hace usted aquí?”. Y sostuvieron una breve plática. Era un señor al que ella le lavaba la ropa, quien le ofreció llevarle al pequeño Noel a la prisión para que estuviera con ella.

“Así fue que pisé la cárcel a muy temprana edad -ríe don Noel-; aunque mi mamá salió antes de los dos años, estuve con ella varios meses adentro. Mi mamá me contaba que en aquel entonces había varios norteamericanos que llegaban a la cárcel con la intención de que ella me diera en adopción. Pero a ella jamás le pasó eso por la cabeza”.

Platica don Noel que si algo abundó en su primera infancia, fueron las carencias: desde los 4 años tuvo que convertirse en “mandadero” de la gente de la vecindad en la que su madre lo dejaba encargado. “Me mandaban a la tienda de la esquina por mercancía a cambio de unas monedas, que yo utilizaba para comprar dulces. Eso era lo que comía cuando no había comida”.

Pero a los 7 años de edad, ocurriría algo que llenaría de gozo su vida, por más carencias que hubiera en casa.

El cajón de bolear zapatos

“A los 7 años mi mamá todavía ni siquiera me inscribía en la escuela -señala-, así que no sabía escribir. Pero me recuerdo muy ilusionado en clases de Catecismo en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, en el centro de Tijuana, donde mi mamá vendía flores”.

Platica que en el último día de Catecismo, la catequista lo tomó de la mano y lo llevó con su mamá para informarle que su pequeño se había aprendido todo de memoria y que ya estaba listo para hacer su Primera Comunión, para la cual aún faltaban algunos meses. Él miraba atento hacia arriba el desarrollo de la conversación.

Cajón de bolear zapatos antiguo. Foto: Especial.

“Mi mamá soltó entonces una bomba. Con mucha pena le dijo a la catequista que no creía que yo pudiera hacer mi Primera Comunión porque no tenía dinero para comprarme el pantalón negro y la camisa blanca. Eso fue para mí como un shock”.

Don Noel no recuerda muy bien dónde consiguió aquel cajón de bolear, únicamente se recuerda boleando zapatos por el centro de Tijuana para conseguir dinero.

“Traía el tiempo medido, pero me propuse lograrlo: conseguía unas monedas, llegaba a la tienda y le preguntaba a la encargada si ya me alcanzaba para la camisa blanca. ‘Todavía no’, me decía. Y me iba a bolear otros zapatos. ‘Ahora sí ya te alcanza’, me dijo un día. Lo mismo hice para comprar el pantalón. Y al final me alcanzó hasta para unos zapatos”.

Así fue que pudo hacer su Primera Comunión. Don Noel se recuerda en la primera línea de la Misa en compañía de todos los demás niños, con su velita en la mano, sintiéndose el niño más feliz del mundo.

Sembrador de esperanza

Tan significativa resultó para don Noel Díaz su Primera Comunión, que ya jamás quiso separarse de Jesús y de la Virgen. Hoy es un laico católico, casado y con tres hijos. Asimismo, es presidente de El Sembrador Nueva Evangelización, ministerio que él mismo fundó en el año 1984, y que se ha ido extendiendo como medio de comunicación hacia México y otros países de Latinoamérica.

Así, en febrero de 2016, 53 años después de haber hecho su Primera Comunión, aplicó como representante de dicho medio de comunicación para acompañar al Papa Francisco en el avión que habría de trasladarlo de Roma a México en el marco de su Visita Pastoral a nuestro país.

Noel Díaz, fundador y presidente de El Sembrador Nueva Evangelización.

Un regalo muy especial

“Previamente -platica don Noel-, cuando llegué a Roma, me preguntaron qué le iba a dar de regalo al Papa Francisco. Yo no sabía que la costumbre es darle al Papa un regalo simbólico. Alguien de mi equipo me sugirió darle un cajón de bolear zapatos en alusión a mi historia”.

Don Noel mandó hacer un cajón de bolear zapatos y lo llevó al aeropuerto el día esperado. Tres horas antes de partir hacia México, estuvo en una sala especial para reporteros platicando con un sacerdote argentino, el padre Guillermo Ortiz, quien trabajaba para Radio Vaticano. En la plática, salió el tema del cajón de bolear, y desde luego aquella historia de su niñez.

El cajón que Noel Díaz mandó hacer para regalar al Papa como recuerdo.

¿Sabes? -le dijo el padre Guillermo-, yo tengo una cita con el Papa antes de abordar el avión. Tenía dos temas que tratar con él, pero ahora son tres porque le voy a platicar tu historia. “A nada de despegar el avión, regresó el padre Guillermo y me dijo: ‘Ya le platiqué tu historia al Papa y le gustó mucho. Cuando llegue contigo y te salude, dile que eres el ‘lustrabotas’, esa es la clave”.

Tras hora y media de vuelo, el Papa salió y comenzó a recorrer el pasillo del avión, saludando a los reporteros y deteniéndose a platicar con cada uno por espacio de dos o tres minutos, hasta que llegó casi al final, donde estaba Noel Díaz.

El Papa Francisco, Noel Díaz y el cajón de bolear

“¿Quién es usted?, le preguntó el Papa Francisco. “Yo soy Noel Díaz”, le respondió él, y recibió por saludo una sonrisa. Ahora don Noel no dudó en decirle las palabras clave: “Soy el lustrabotas, Su Santidad”. Y el Papa Francisco esbozó un gesto de asombro.

Le pidió inmediatamente que le platicar su historia. “Es un poco larga, Su Santidad”, le dijo él. “Platícamela”, insistió el Papa Francisco. De manera que don Noel Díaz comenzó a platicársela con lujo de detalles.

Noel Diaz conversa con el Papa Francisco durante su traslado de Roma a México.

Refiere don Noel que estuvo contándole su historia por espacio de unos 15 minutos, en los que se olvidó dónde estaba, con quién estaba y lo que había a su alrededor. Cuando terminó de platicársela, le dio el cajón de zapatos. “Traigo esto para usted. Es mi regalo -le dijo-, y si me lo permite, quisiera bolearle los zapatos”.

El Papa Francisco se quedó unos momentos sin saber qué decir, pero finalmente aceptó. Don Noel colocó el cajón en el piso para comenzar a lustrarle los zapatos, y en ese instante volvió a caer en cuenta del momento que estaba viviendo, al ver flashes, fotógrafos y camarógrafos por todos lados.

Durante el viaje, varios reporteros estuvieron yendo a preguntarle a don Noel acerca de la historia que le había contado al Papa, y él con mucho gusto se las compartió. Posteriormente, a través de algunos medios de comunicación se estuvo hablando del mexicano que le lustró los zapatos al Papa Francisco mientras venía en el avión.

Para don Noel Díaz, aquella experiencia ha sido una de las tantas bendiciones que Dios le ha dado, la cual no terminó ahí, ya que meses después recibió un correo del Papa Francisco, en el que le escribía lo siguiente: “Hay cosas en la vida que no se pueden olvidar”.

Noel Diaz bolea los zapatos del Papa durante su viaje a México en 2016

Vladimir Alcántara Flores

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.

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