Como un balde de agua helada, el 25 de marzo la conductora de televisión Jolette Navarrete recibió la noticia de que había contraído COVID-19. Se preocupó, sobre todo, porque había tenido en su historia clínica dos neumonías que habían puesto en riesgo su vida, y en la última el médico le dijo que sus pulmones no resistirían una tercera.
Por sus antecedentes de salud, Jolette se había estado cuidando; pero una salida de casa fue suficiente para el contagio: un buen amigo la invitó a una cena y considera que ahí pudo contraer la enfermedad.
Luego de tres días de aquella salida, aparecieron los síntomas -platica a Desde la fe-: “Era un malestar generalizado, un dolor muy intenso de cabeza; también me dolían los ojos, me los lavaba y no soportaba tocármelos; tenía además una tos que no podía parar, estornudos secos y escalofríos. Pero no presentaba temperatura en las revisiones médicas, por eso tardé un poco en ir a hacerme la prueba del COVID-19″. Cuando acudió el resultado fue positivo.
Con el paso de los días, su estado de salud fue empeorando; pero como una firme creyente en Dios, decidió depositar su confianza en Él.
Jolette nació en el seno de una familia católica, pero en su etapa de adolescente no sentía una fe tan firme; tenía actitudes de rebeldía y no le gustaba que su madre le hablara de cuestiones relacionadas con la Iglesia ni que la obligara a ir a Misa.
“Sin embargo -platica-, ocurrió que cuando tenía 16 años, acudí sin querer a una asamblea donde se estaba realizando una Hora Santa; yo no entendía de qué se trataba, simplemente veía al sacerdote pasar con la custodia. Cuando la colocó sobre mi cabeza, pasó algo muy hermoso: tuve como una sensación de mareo y como si hubiera entrado fuego en mi corazón, además de una gran necesidad de llorar. De tal manera que hasta hoy yo puedo dudar de todo, menos de la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar”.
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Posteriormente, Jolette se acercó a un grupo de jóvenes, en el que fue adquiriendo mucho amor por la Virgen María. Terminó la preparatoria, la universidad, y quiso dedicarse a los medios de comunicación, pues en eso sentía que estaba su vocación.
Una de las presentaciones en televisión por la que es principalmente recordada es por su participación en La Academia en 2005.
Conforme pasaban los días a partir de los primeros síntomas del COVID-19, el estado de salud de Jolette iba empeorando, así que se comunicó a Guadalajara con su padre, su madre y sus dos hermanos, a fin de irlos preparando para un posible desenlace, y también ella misma comenzó a prepararse para lo que pudiera ocurrir, de manera que pidió los sacramentos al sacerdote de su comunidad.
“El padre Roberto Funes valientemente se ofreció a dármelos; vino, pero estuvo totalmente protegido y a distancia, a metro y medio de mí me dio la absolución, la unción de los enfermos, la indulgencia plenaria y a Jesús Eucaristía. Si bien yo comulgo frecuentemente, esta vez fue para mí un momento verdaderamente especial, valoré aún más la presencia de Jesús en mi vida”.
La conductora de televisión ha sentido fortaleza en los sacramentos que le impartió el padre Funes, y también en la ayuda que ha recibido de amigos y vecinos. “Y es que llegó el momento en que, aunque tenía hecho el supermercado, ya no tenía fuerzas para pararme a cocinar; pero comencé a recibir ayuda de la gente, principalmente de mi vecina Susana y de mi amiga Liliana; de no ser por ellas, probablemente yo ya no estaría aquí. No me faltó una sopa caliente o un caldo de pollo que dejaban a mi puerta, o una caja de comida congelada que yo sólo me paraba a calentar”.
Hoy Jolette presenta una mejoría bastante notable y tiene todo el ánimo para salir adelante, por eso invita a todos los ciudadanos a dar lo mejor de sí en estos momentos de contingencia, y tender la mano a las personas que lo necesiten, como lo hicieron con ella el padre Roberto Funes, su vecina, su amiga y otras muchas personas que la han ayudado y han hecho oración. “¡Gracias a todos por sus oraciones!”, señala.
“Es el momento de darnos a los demás como Cristo se dio por la humanidad -enfatiza-; aunque haya gente muriendo, no nos dejemos vencer por la desesperanza ni la desolación, entreguémonos hasta el final a la ayuda de nuestros hermanos, de los ancianos que no tienen quien les acerque comida, de los que no tienen qué llevarse a la boca, de los médicos que hoy requieren de nuestro apoyo moral y económico, de todo aquel que necesita o va a necesitar de nuestro auxilio, porque no sabemos cómo vayan a irse presentando las cosas en los siguientes meses, aún después de la contingencia”.
Para Jolette, la situación actual tiene algo bueno, que “Dios siempre saca grandes frutos de cualquier circunstancia”, y espera que de esta experiencia la humanidad salga fortalecida, que los habitantes del mundo estén deseosos de ser mejores personas, mejores vecinos, mejores compañeros de trabajo.
“Hoy me doy cuenta de que, si una vez me creí autosuficiente, no era así. Todos necesitamos de todos, de nuestra ayuda y nuestras oraciones. Yo solo espero sentirme más recuperada para salir a ayudar a la gente, llevar a alguien esa sopa caliente, ese caldo de pollo, esa oración que a mí me hizo sentir reconfortada.
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