El día que el padre Leszek Pys conoció a Adam Piekarski, nunca imaginó que aquel indigente con problemas de alcoholismo era también un gran artista.
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Hace seis años, Adam viajó de Polonia –su país natal- a Roma, la primera escala de un largo viaje de aventura, pero en poco tiempo se quedó sin dinero y terminó viviendo en la calle, en las inmediaciones del Vaticano.
Era un asiduo visitante del área de duchas que el Papa Francisco mandó instalar para las personas sin hogar, y que administra el departamento de obras de caridad del Santo Padre.
“Hace más de un año, Pyś me vio dibujar y me preguntó si podía pintar un retrato para su capilla, y así fue como empezó”, recuerda Adam Piekarski en entrevista con el medio católico estadounidnese Crux.
El encargo era un cuadro de grandes dimensiones de san Clemente María Hofbauer, fundador de la Congregación del Santísimo Redentor, a la que pertenece el padre Leszek.
“Los padres se lamentaban de que solo teníamos un pequeño retrato de San Clemente María Hofbauer y yo les dije que necesitábamos un cuadro más grande”, dijo Pys en entrevista con el diario español El Debate.
El presbítero compró pintura, pinceles, lienzos y todos los materiales necesarios para que el artista pudiera trabajar, y le prestó la sacristía de Santa Maria en Monterone, para que la usara como taller.
Podríamos pensar que, a partir de ahí, la vida de Adam mejoró inmediatamente, pero no fue así. Adam Piekarski cumplió, entregó un bellísimo cuadro y, tras recibir el pago, desapareció durante más de un mes.
“Para él –agrega el padre en la entrevista- era muchísimo dinero porque alguien que vive en la calle sobrevive con cinco o seis euros al día”.
Semanas después se encontraron nuevamente por coincidencia y, tras una profunda charla, Adam decidió dar un giro a su vida y trabajar por salir de su alcoholismo.
En poco tiempo se llenó de trabajo y pintó cuadros para congregaciones de diversos países, hasta que la noticia de aquel indigente prodigio para la pintura llegó hasta el Vaticano.
El cardenal Konrad Krajewski, limosnero del Papa, ofreció a Adam un sitio en el Palazzo Migliore, un antigio palacio del Vaticano que, por órdenes del Papa, ha sido convertido en centro de acogida para personas sin hogar.
Al poco tiempo, el Vaticano le hizo el que, hasta ahora, es el encargo más importante en la carrera artística de Piekarski: la creación de dos de los famosos sellos para Adviento y Navidad que cada año emite la Santa Sede.
“Soy un simple artesano, y esto me sorprendió por completo”, dijo Adam a Crux.
Ahora, se mantiene sobrio y pintando, agradecido con Dios por una nueva oportunidad en su vida.
“La adicción sigue ahí, y Satanás está trabajando duro para atraparme en esos momentos de triunfo. Pero trato de aguantar, el trabajo me ayuda mucho”, agregó.
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