Cuando en el 2018 Benjamín Paredes pidió permiso al entonces rector de la Basílica de Guadalupe, monseñor Enrique Glennie Graue para realizar su examen profesional en el órgano monumental ubicado a un costado del altar donde se encuentra la Virgen de Guadalupe, estaba casi seguro de que se lo negaría.
No obstante, contra todo pronóstico, el rector y el Cabildo del santuario mariano más visitado del mundo no sólo accedieron a su petición, sino que incluso le permitieron ensayar todos los días a partir de las nueve de la noche, al finalizar la última de las 15 Misas que diariamente se celebran.
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“Le pregunté al chantre (director del coro), el canónigo Pedro Tapia Rosete qué posibilidades habría de hacer aquí mi examen profesional, él lo consultó con el entonces rector y me dieron todas las facilidades”.
“Sí me sorprendí porque no es cualquier lugar y todo está controlado y hay mucha organización”, reconoce el joven músico.
El día de su examen práctico para obtener la licenciatura en Músico Instrumentista en Órgano por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Benjamín no estaba tan nervioso como esperaba. El lugar ya le era familiar, desde hace seis años es uno de los tres acompañantes de la Basílica, y ese enorme órgano de más de 10,200 flautas, cinco teclados y 32 pedales es un viejo conocido, pues es su instrumento de trabajo todos los días de la semana.
Su examen de grado universitario también incluyó una tesis en la que explica su recital.
Benjamín, quien se reconoce como un ferviente guadalupano, tocó un repertorio de seis piezas de autores de los siglos XVII al XX. Además de su familia, lo acompañaron los canónigos de la Basílica y, desde el Cielo, sus “dos mamás”.
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“Mi madre falleció hace varios años. En ese tiempo yo le había prometido que tocaría en las misas del 12 de diciembre, pero falleció repentinamente. Monseñor Tapia Rosete me comentó que en ese momento ya mi mamá era mi intercesora ante Dios y que ahora tenía dos mamás en el Cielo, y así lo siento, la casa de la Virgen de Guadalupe es la casa de mi Madre y me siento un hijo más, como todos los mexicanos”.
El organista pudo cumplir su promesa y tocó en la Misa solemne del 12 de diciembre posterior al fallecimiento de su mamá, y no sólo eso, pues también tocó en la Misa presidida por el Papa Francisco en su visita a la Basílica, el 13 de febrero de 2016, momentos que recuerda con gran cariño.
Dos semanas antes del examen y sólo un día después de presentar su pre-examen murió su mentor, Rodrigo Treviño Uribe, quien fue su maestro durante la carrera y su asesor de tesis, con quien revisó cada una de las piezas en el órgano monumental. Por ello, le dedicó su examen en la Basílica como un homenaje de agradecimiento.
“Le pedí su ayuda, yo sabía que estaba presente, aunque no físicamente sí espiritualmente. Salí adelante y sin esperarlo obtuve mención honorífica”, recuerda emocionado.
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Testimonio publicado el 30 de enero de 2019. Última actualización el 9 de septiembre de 2022.
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