Cuando Héctor Sandarti vivió su secuestro en los inicios de su carrera como conductor de televisión, siempre sintió que Dios lo acompañaba.
En más de un momento pensó que moriría y encontró la paz para orar a Dios y pedirle que velara por su familia y amigos más cercanos. Pero después de conversar con sus captores se dio cuenta de que, posiblemente, podría salir con vida de ese episodio traumático.
Entonces, cerró los ojos e hizo una oración por los dos hombres que lo custodiaba y a los que llamaba “Charly” y “Compadre”, con quienes ya había platicado largamente.
“Señor, aquí estoy y aquí me tienes (…) Estoy en tus manos, no sé qué propósito tenga esto pero lo que sea tengo fe en que voy a salir bien y en que voy a estar bien”.
“Solo te pido que los cuides a ellos, que los protejas a ellos, que les des paz en su corazón para que no cometan ninguna tontería, porque yo no lo voy a hacer”,
En ese momento, Héctor Sandarti -quien se reconoce a sí mismo como un católico profundamente creyente- sintió una “paz maravillosa” que sólo Dios te puede dar, y se quedó profundamente dormido.
“Obviamente estaba extremadamente cansado por todo lo que había vivido, estaba sudando muchísimo, mi corazón estaba bombeando a mil por hora así que yo creo que un buen sueño sí necesitaba”, explicó en un video disponible en su canal de Youtube.
Horas antes, Sandarti había sido secuestrado en una librería de la Ciudad de México por un hombre que le quitó sus llaves y su cartera, le puso un pistola en la espalda y lo obligó a acompañarlo hasta su propio auto, donde ya lo esperaban otros cómplices.
Pese al miedo que sentía, puso su vida en manos de Dios y se dispuso orar y a fluir, haciendo todo lo que le pedían sus secuestradores.
Al llegar al cuarto donde fue recluido se puso a charlar largamente con sus captores, cuya confianza se ganó rápidamente.
Al día siguiente, llegó el jefe y comenzó a interrogarlo ferozmente, con malas palabras e intimidaciones; pero “Charly” y “Compadre” ya le habían advertido que lo único que tenía que hacer era responder a todo con la verdad.
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Hoy por hoy, Héctor Sandarti es un conductor con mucha experiencia y mucho éxito, pero en ese entonces apenas comenzaba su carrera y tenía muy poco tiempo de haber llegado de Guatemala, donde vivía su familia; sus amigos también eran actores jóvenes y ninguno de ellos tenía dinero.
Después de varios intentos por cobrar un rescate por el secuestro entre los amigos de Sandarti, los secuestradores se dieron por vencidos y decidieron liberarlo en una zona alejada del Estado de México.
En el secuestro participaron varias personas, la mayoría hombres violentos y agresivos. Pero entre ellos, “Charly” y “Compadre” destacaron por su humanidad, tanto así que antes de salir para su liberación, le dieron 100 pesos para poder pagar un taxi para regresar a casa.
“Yo me quedé realmente impactado, qué increíble que a fin de cuentas pueda percibir un rasgo de tanta humanidad y de tanta empatía en la persona que me secuestró”.
“Yo solo atiné a decir ‘muchas gracias por el respeto por el que me cuidaron, les deseo que Dios los bendiga y que les vaya bien’”.
Finalmente, Héctor fue liberado y una familia que pasaba por ahí lo reconoció, lo llevó a su casa y le prestó su teléfono para comunicarse con sus amigos, que por ese momento ya estaban muy preocupados por él.
Aquella madrugada abrazó a sus seres queridos, rezó por un momento y dio gracias a Dios por haberlo cuidado durante esas horas difíciles.
“Aprendí que la vida no la tenemos garantizada, que estas situaciones están a la vuelta de la esquina, que no hay forma en que tú puedas prepararte para algo así”.
“Pero cuando tienes fe, cuando Dios es el que maneja tu vida y es el que maneja los hilos de tu existencia, hay algo -yo le llamo Espíritu Santo- que se apodera de tu ser y que te hace hablar y actuar de la manera correcta para conseguir el resultado correcto” finalizó.
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