Alejandro Vázquez tuvo clara su vocación desde que cursaba la secundaria; sin embargo, pensó que lo conveniente era esperar, pero conforme pasaba el tiempo, no dejaba de pensar en el momento que pudiera ingresar al Seminario.
“Mis papás participaban en un coro de nuestra parroquia, y el ambiente me gustaba; sin embargo, yo no participé en ninguna actividad, vamos, ni siquiera como monaguillo, en el coro o en algún grupo juvenil”.
No obstante, su corazón siempre se mantuvo cerca de Dios y tomó la inspiración del sacerdote más cercano a él.
“Gracias a la forma de ser de mi párroco fue que la semilla de mi vocación germinó. En el último año de la secundaria le comenté esta inquietud a mis papás, pero como que no lo tomaban tan en serio; con el paso de tiempo ellos se dieron cuenta de que mi decisión era fuerte y me apoyaron”.
Alejandro entró a los 15 años al Seminario Menor; lleva 11 años de formación y actualmente presta servicio en la Parroquia de Nuestra Señora de la Piedad, ubicada en la colonia Narvarte.
“Estoy aprendiendo la realidad parroquial. Vivo en comunidad con los padres, convivo con la gente. Es una experiencia muy grata y he aprendido de los aciertos y los errores, pero estoy seguro de que este caminar lo hago de la mano de Dios”.
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