Después de 35 años como integrante del dueto Mexicanto, 14 producciones discográficas, conciertos en México, Canadá, Estados Unidos y países de Centro y Sudamérica, David Filio un día hizo un alto en su vida para decir: “¡No más! Desde hoy sólo quiero cantar para servir a Dios”.
El inesperado cambio de ruta ocurrió en abril de 2019. Pero, ¿qué fue lo que sucedió? El artista lo platica a Desde la fe.
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Recuerda que desde pequeño su casa estaba llena de música, pues su madre era concertista de piano, mientras que su padre era comediante, lo que le exigía estar escuchando todo el tiempo piezas musicales. Entonces vivían en Mérida, Yucatán, y él y sus hermanos asistían a Misa con sus padres.
“Tenía yo unos 9 años, y un día ocurrió que, al término de la Misa, el sacerdote dijo: ‘¿Alguien quiere estar en el coro? Tengo una bodega llena de instrumentos, vengan a verlos’. Mis hermanos y yo fuimos, y vimos guitarras eléctricas, bajos, batería, panderos y más. A mí me llamó mucho la atención una guitarra blanca, y comencé a tocarla”.
Por esos días, su padre llevó una guitarra a casa; él empezó a “jugar” también con ella y a descubrir que las cuerdas, los cantos y la poesía eran un buen medio para transmitir emociones, inquietudes, ideas. Posteriormente regresaron a vivir a Ciudad de México, donde él y sus hermanos se integraron al coro de la Parroquia de Santa Teresita, en Ciudad Satélite, Edomex.
“Tocar y cantar me sirvió en la preparatoria para tener amigos, para tener novia, y también para tener mi primer trabajo: a los 17 años ya estaba tocando la guitarra con el compositor mexicano Chava Flores”.
Aunque a David Filio le gustaba la guitarra, jamás consideró estudiar música; sólo la tocaba a manera de hobby. Comenzó a estudiar Diseño Gráfico, pero pronto se dio cuenta de que no tenía esa vena universitaria para estar todo el tiempo frente a un restirador; en cambio, podía pasarse las horas tocando la guitarra.
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Comenzó entonces a acercase a músicos, arreglistas y cantantes para irse formando. Así, a los 22 años de edad, conoció a Sergio Félix, con quien formó el dueto Mexicanto; proyecto al que, después de 35 años, aún le tiene mucho cariño.
David Filio comenta que, por sus raíces familiares, siempre fue creyente, pero jamás tuvo la intención de comprometerse con la Iglesia. Hasta abril del año pasado, en que sucedió algo que lo llevó abruptamente a hacer un cambio de ruta.
“Una amiga me invitó a un retiro en Valle de Bravo para personas que habían perdido hijos; mi esposa y yo no hemos perdido hijos, pero me pidieron que de todos modos fuéramos, y que llevara mi guitarra para cantar algo”.
Ya en aquel lugar, llamado Casa Maranatha, los llevaron a una hermosa capilla donde está el Santísimo Sacramento, y ahí comenzaron a dar algunas pláticas, al término de las cuales le pidieron a él que cantara algo.
“Yo no sabía canciones que tuvieran que ver con eso. Pero se me ocurrió improvisar según el tema. Y me quedé sorprendido al ver que podía improvisar canciones completas; canciones que, desde luego, jamás volveré a cantar, pues nadie las grabó ni nadie se las aprendió. Pero recuerdo que me decían cosas como: ‘¡Qué bonita está esa canción de las Bienaventuranzas!’… Eran canciones que me estaban siendo dictadas por el Espíritu Santo”, expresa.
De regreso, al venir por la carretera, David Filio le dijo a su esposa: “Ya no quiero dedicarme a cantar lo que he cantado toda mi vida, tengo que hacer algo digno, algo que pueda cambiar realmente a las personas. Ya no deseo halagos, aplausos para mí. Quiero en adelante cantar para agradecer a Dios, poner mis talentos al servicio de su gloria, de su reino, de la misión.
Posteriormente, platicó lo ocurrido a su hermano Mario, quien, como productor, recién había estado grabando unas voces para el ministerio de música Cielo Abierto, dirigido por Pedro González y Cristal Domínguez; y le sugirió que platicara con ellos.
Inmediatamente David los contactó. Pedro y Cristal lo invitaron a comer para explicarle algo, pues sabían acerca de Mexicanto, y creían que lo que él quería era seguir ganando proyección. Le explicaron que Cielo Abierto era un ministerio de un perfil muy discreto y cuidadoso.
“Pues eso es justo lo que quiero -les dijo él-. ¡Ya no quiero más protagonismos! ¡Eso ya no me interesa! Ahora sólo quiero servir a Dios en todo lo que pueda”.
Desde entonces, David Filio ha colaborado con Cielo Abierto. “El Espíritu Santo es muy generoso conmigo -señala-, me inspira constantemente. Y la verdad es que, si siempre había sido un hombre feliz, ahora lo soy como a la quinta potencia”.
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