Convencido de que la música –y sobre todo la música sagrada- es un camino más fácil y atractivo para encontrarnos con Dios, el sacerdote Rafael Arce Gargollo escribió Orar con música.
En este libro –quizá el primero en su tipo-, el presbítero hace una acertada selección de 120 obras del siglo XI al XX, conectadas con una playlist (lista de canciones) de la aplicación Spotify. Así, los lectores pueden vivir la experiencia de Dios, escuchando la pieza original y leyendo –orando- la traducción.
“Desde niño me he dedicado siempre a la música: en particular a la clásica y, desde antes de ser sacerdote, hace casi 40 años, a la Música Sacra, es decir, sagrada, la que se ha compuesto a lo largo de muchos siglos para orar a Dios”, reconoce el autor.
El libro está dividido en dos partes. En la primera, hay una profunda y sencilla reflexión sobre la oración y la música,; la segunda parte divide los fragmentos en temas como “Orar profesando la fe”, “Adorar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”, “Orar ante la Eucaristía”, “Orar a María”, “Orar en Cuaresma”, “Orar al final de la vida”.
Desde la fe entrevistó al padre Rafael Arce, un convencido total de este pensamiento de San Agustín: El que canta, ora dos veces.
Puedo decir que se me “prendió el foco” un 31 de diciembre por la tarde-noche. En la parroquia de San Josemaría Escrivá, en Santa Fe, Ciudad de México en donde trabajo, expusimos el Santísimo Sacramento en el altar en las últimas horas del año.
Muchas personas vienen a orar, a dar gracias. Se me ocurrió que, en esas dos o tres horas de silencio, haría sonar por las bocinas en volumen bajo algunos fragmentos de música sacra muy selecta. Cuando terminamos, y ya se iba la gente, una señora me dijo que le había gustado mucho todo y añadió: “¡Qué bien se ora con la música!”.
Ya estaba siempre convencido de ello, pero pensé cómo acercar esa misma experiencia a muchas personas en su vida diaria; y surgió la idea de escribir este libro. Para la parte técnica hubo que desechar propuestas complicadas hasta llegar a conectar el libro con Spotify. Se trata de una obra interactiva, muy fácil de usar para que el lector, mientras oye fragmentos musicales de música coral, lea al mismo tiempo el texto traducido al castellano de esas obras, y eleve su corazón a Dios y ore con esas mismas palabras o las que se le vengan a la cabeza con esa inspiración. La respuesta del gran público ha sido unánime: dicen que han encontrado otra nueva vía para orar y dialogar con Dios.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de la música sacra se compuso sobre todo para la Liturgia. Por tanto, esa música -y no cualquier otra, aunque sea religiosa por el tema- “ya es oración”: lo que falta es que quien la canta o la oye, también rece con esas palabras y esas notas musicales, obras de arte.
No sobra decir como san Agustín, algo tan sabido, que quien canta, ora dos veces. Yo estoy convencido de que muchas veces tendremos la experiencia de que son más de tres…
No es lo mismo orar, “oyendo música”, como quien tiene música de fondo, que hacer oración con la misma música: es decir, dirigirse a Dios de tú a tú con esos mismos textos que son joyas de la literatura, de la poesía y de la mística.
Por tanto, más que ayudarnos a concentrarnos, la música sacra nos descubre grandes luces al cantar los misterios de la fe y a llenarnos también interiormente de textos bíblicos para los que grandes compositores de todos los tiempos, les pusieron música con un profundo sentido espiritual.
Juan Sebastián Bach (1685-1750), uno de los más grandes, decía que toda su música la había compuesto para Dios. Cuando lo oyes, coincides con él perfectamente. Contaba una vez el Cardenal Ratzinger, luego Papa Benedicto XVI:
“Vuelve a mi mente un concierto de piezas musicales de Johann Sebastián Bach […], dirigido por Leonard Bernstein. Al concluir el último fragmento, en una de las Cantatas sentí, no por razonamiento, sino en lo más profundo del corazón, que lo escuchado me había transmitido verdad, verdad del sumo compositor, y me impulsaba a dar gracias a Dios. Junto a mí estaba el obispo luterano de Munich y, espontáneamente, nos dijimos: ―Quien haya escuchado esto, sabe que la fe es verdadera. Escuchando esto se comprende: es verdad; es verdadera la fe tan fuerte y la belleza que expresa irresistiblemente la presencia de la verdad de Dios”.
Podríamos decir que, a otro nivel, es la misma importancia que la música tiene para expresar el amor humano entre dos personas. Cantar es propio de los enamorados; ellos necesitan más que palabras para transmitir lo que tienen dentro. Hoy la música sacra es el mejor lenguaje para hablar con Dios y para reflejar el esplendor de la Liturgia cristiana. No es un adorno, sino una necesidad. Y si la Liturgia es culto a Dios, necesariamente los textos y las obras musicales compuestas con esa finalidad pueden enriquecer muchísimo la propia espiritualidad.
Estoy cada vez más convencido de dar a conocer al gran público, aunque no sepa nada de música, los innumerables tesoros de la música sacra. En mi libro relato conversiones de personas que se han convertido a la fe sólo por haber oído este tipo de música. Pienso también, por ejemplo, en la fuerza e impacto a un oyente del Salmo 50 cantado por un gran coro en tiempos de Cuaresma; o de un Aleluya polifónico de cien voces que estalla un día de Pascua; la sublimidad de los textos y notas musicales de himnos eucarísticos que hay en el libro, pueden ser el contenido intenso de una oración y adoración profundas durante una Hora Santa. Y así, todo.
Hace poco un amigo que no sabe de estos temas y se ha adentrado en Orar con Música y no deja de transmitir a otros su entusiasmo; me dice: -oye… ¡este libro es una locura! Y es que ha experimentado ya que la música es la resonancia del Cielo en la tierra, el eco del paraíso en nuestro exilio. La música suministra voces y acompañamiento para la oración de los mortales. La música misma es oración (José María Cabodevilla).
Existen muchos libros sobre música sacra y abundan los catálogos de obras sacras para elegir repertorios de coros. Orar con Música tiene la originalidad de conectar, de inmediato lo que lees y oyes con obras bellísimas; esto a través de los propios códigos QR con los que cuenta Spotify y que puedes activar allí mismo desde tu teléfono celular. Supongo que es el primer libro con esta originalidad.
Cuando, en breve, salga a la venta la edición digital, se podrá hacer lo mismo y más fácil con un ligero touch en tu tableta electrónica o teléfono celular. Eso sí, siempre oyendo con audífonos, para disfrutar cada obra al cien.
Prefiero definirlo como un libro lleva de la mano, fácilmente, a descubrir un mundo quizá para muchos completamente desconocido. No es un devocionario, ni un cancionero, sino un experimento original y hasta divertido en su funcionamiento, para descubrir a Dios en la oración. Nunca como hoy el mundo necesita de la oración; y para acceder a ella hay muchas vías.
Naturalmente, la vía de la belleza ha sido desde hace siglos un camino más fácil para entender un poco más a Dios y sus misterios a través de la vista o del oído. Ese camino hoy es más necesario que nunca, pues nuestra cultura está demasiado centrada en lo racional, lo material, lo pragmático y el éxito humano y hasta en el mal gusto. La belleza te abre a otro mundo y, además, conectas con lo auténticamente bueno y verdadero. Muy bien lo decía uno de los más grandes chelistas del siglo XX, antes de morir: la humanidad todavía no sabe lo que tiene al poseer el don de la música. Yo deseo que esa misma experiencia la puedan tener los lectores.
*El libro Orar con música del padre Rafael Arce Gargollo se encuentra a la venta en Editorial NUN, Librería El Péndulo y Amazon.
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