El origen de los exvotos es anterior a la aparición del cristianismo.
Es una ofrenda que los fieles dedican a Dios, a la Santísima Virgen o a algún santo en recuerdo de un beneficio recibido. Se ponen en los muros u otro lugar de un santuario, templo o capilla como testimonio permanente de aquel favor divino.
El origen de los exvotos es, sin embargo, anterior a la aparición del cristianismo: la gente de los pueblos paganos ofrecía a sus dioses en sus lugares de culto cosas como figurillas que representaban a esos mismos dioses, a animales, armas o alimentos; y también a personas, ya fueran completas o bien partes de ella (brazos, piernas, ojos, etc.); todo ello con la creencia de que podrían obtener ayuda de aquellas falsas divinidades, como podía ser una buena cosecha, la derrota de sus enemigos, la curación de una parte enferma de su cuerpo, etc.
Desde las civilizaciones más antiguas se ofrecían exvotos. Por ejemplo, esto se practicaba en Mesopotamia y en el antiguo Egipto. En España destacan los encontrados en excavaciones de las culturas iberas del siglo III antes de Cristo.
Los exvotos paganos podían ser de terracota, bronce, piedra o cualquier otro material.
Este texto fue publicando originalmente en El Observador de la actualidad, con quien Desde la fe tiene una alianza de intercambio de contenidos.
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