Los exvotos que existen en México son una tradición sumamente interesante de ex votos pintados, que la gente conoce comúnmente como “retablitos”, y que constituye una de las formas más genuinas de religiosidad popular.
Estos objetos tienen como finalidad el agradecimiento de un favor recibido de Dios, por intercesión de la Virgen María (en sus múltiples advocaciones) o de algún santo o santa.
Los ex votos muestran siempre un beneficio al que no es posible acceder por medios naturales, y quien narra es el propio pueblo creyente, pues el beneficiario del favor muestra su propia interpretación de la protección divina.
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El espacio del ex voto está cargado de afectividad: traduce el diálogo entre el personaje sagrado y el fiel.
En este sentido, son ventanas a una forma sui generis de entender lo divino, el ámbito general de lo sagrado y la forma en que el ser humano se relaciona con este ámbito de lo sacro. ¿Y qué contienen estos ex votos?: El milagro.
Lo expresado en los incontables retablos o ex votos que abundan en tantos santuarios mexicanos, dan cuenta de la conciencia de los devotos ofrendantes de que lo sagrado los tocó desde su cotidiana ordinariedad.
En todo caso, es la propia experiencia de lo divino en el quehacer cotidiano la que hace que emerja esa “hierofanía de lo cotidiano”, manifestación sagrada dirigida a un solo ser humano en particular, en su tiempo y espacio concretos.
Desde esta perspectiva, la cuestión del milagro se convierte en una ventana a lo profundo de la religiosidad popular y los motivos de sus allegados que dinamizan estas expresiones religiosas. El milagro, tanto en la religiosidad popular como en las normas eclesiásticas oficiales, hace alusión a un hecho sobrenatural.
Para las personas que viven su vida en el trabajo afanoso, incierto y poco gratificante en las rudas condiciones socio-económicas deshumanizadas y adversas, el milagro es un signo de presencia divina en el acontecer ordinario que lo vuelve extraordinario. Es el desgarramiento de la inmanencia que trasciende en el aquí y el ahora, una salvación intrahistórica, un arreglo de cuentas en el más acá. Una inmanencia impotente que resulta salvada por una trascendencia que opera aquí y ahora sin dejar los linderos de la mundanidad.
Cuando ya no se puede dar cuenta racional de la propia subsistencia y sin embargo se sobrevive, se está en el plano del milagro popular. Cuando los cauces de la existencia se cierran tanto que la vida deja de fluir, el milagro –desde esta perspectiva popular- desazolva los canales de la ordinariedad para que todo cobre nuevamente su lugar y las cosas funcionen. Es, pues, una historia netamente individual e inmanente que se entreteje entre más penas que glorias, en soledad, necesidades, trabajo duro, poca recompensa, anonimato, in-significancia y muchas calamidades.
El milagro popular no tiene por qué ser una situación desmesuradamente extraordinaria, basta un signo, un pequeño detalle, imperceptible tal vez para todos los que rodean al que recibe esta distinción, pero clara y particular señal para este sujeto religioso que reafirma la distinción de su persona en medio del mar de anonimato generado en la vida social apática posmoderna. De esto se trata lo plasmado artísticamente en el ex voto.
Los ex votos, como expresión gráfica, contienen tres elementos principales: la imagen religiosa que obró el milagro, la representación gráfica de los hechos y el personaje que solicita el don, que generalmente se representa de rodillas en actitud de oración, que indica el fervor y la humildad del oferente. En la mayoría de los casos se anexa un cartel o un breve texto que describe el favor recibido. En tan pequeño espacio se encierra un amplio universo de significado vital, de fe, optimismo y esperanza.
Siempre que el ser humano ha necesitado ponerse de algún modo en contacto con aquellas realidades que le son ajenas a su naturaleza, las imágenes le han asistido como perfectos mediadores o transportadores del mensaje. Las palabras, las oraciones, los gestos son importantes en la consecución del ritual, pero la imagen objetual en muchas ocasiones establece con su presencia una relación más compleja y que se prolonga en el tiempo. Cuando se agradece la intercesión de un personaje sagrado en un asunto particular, el ex voto, se convierte en el perfecto soporte o medio transmisor del mensaje.
El donante tiene el convencimiento de que los poderes divinos le pueden ayudar. Así, el nombre popular para el exvoto es el de milagro. El ex voto es una expresión simbólica, no racionalista. Por tanto, la aceptación o no como milagroso de un hecho es subjetiva, no implica necesariamente que la Iglesia lo acepte como tal.
El exvoto tiene un gran valor histórico y etnográfico, y es fuente de conocimiento especialmente valiosa en temas de creencias. Aunque no sólo nos enseña sobre actitudes religiosas sino también sobre la cultura material de épocas pasadas y presentes, que de otra manera habrían desaparecido o no sería fácil reconstruir. Así, los exvotos pictóricos unen a su valor estético, al ser expresión del arte popular, el valor histórico, al describir las costumbres populares.
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