Con más de 500 millones de discos vendidos en el mundo Elvis Presley es, sin duda alguna, uno de los cantantes más conocidos de la historia reciente de la música. Su melodiosa voz y sus movimientos sobre el escenario, lo convirtieron en el máximo exponente del rock and roll, pero lo que pocos saben es que también fue un enamorado de Dios que tuvo sus inicios en el coro de una iglesia cristiana.
Elvis nació el 8 de enero de 1935 en una pequeña comunidad de Misisipi, Estados Unidos. Desde muy joven, gracias a su talento y a su atractivo físico se convirtió en toda una estrella de la música norteamericana.
Pero su comienzo en la música se dio muy lejos de los escenarios, en pequeñas iglesias de Mississippi y Tennessee.
Su madre, Gladys, era una ferviente cristiana y lo llevaba al templo con regularidad. Fue ahí donde tuvo su primer encuentro con los coros de la música Gospel (una derivación del inglés que significa, literalmente, Palabra de Dios), un género al que volvió años después, con la grabación de varios discos.
Elvis nunca olvidó aquellos inicios que marcaron su vida para siempre. Pese a las incongruencias de su actuar, nunca negó la importancia de Dios en su vida, y de acuerdo con testimonios, llevaba siempre consigo una Biblia.
En entrevista con Aleteia, Mark Macías, quien escribió la obra de teatro “The King: The Final Hours”, recuerda una famosa anécdota que ocurrió cuando Elvis terminó de grabar un disco de Gospel.
“Cuando terminó, estaba llorando y todos en la habitación se emocionaron. Elvis luego dijo a todo el mundo que podía sentir a Dios directamente cuando interpretaba esas canciones”.
Su vida no fue un ejemplo de virtudes; por el contrario, vivió muchos excesos y se casó en tres ocasiones, pero siempre acudió a Él en momentos de debilidad, e incluso rezaba una oración antes de salir al escenario.
Citado por el diario británico The Guardian, su hermanastro Billy Stanley aseguraba que el Rey del Rock siempre se encomendaba al Señor minutos antes de iniciar un show.
“Duraba probablemente unos 15 segundos. Una vez le pregunté: ‘¿Por qué rezas una oración antes?’. Él dijo: ‘Me calma los nervios, pero también quiero que Dios ayude a bendecir este concierto’. Siempre recurría a Dios cada vez que necesitaba ayuda”.
“Él -aseguraba su hermanastro- confiaba en Dios para todo”.
“De ahí sacaba su fuerza. Elvis estaba muy agradecido por lo que el Señor le había dado, daba gracias a Dios todos los días y constantemente buscaba Su guía a través de la oración y la lectura de la Biblia”.
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