Además de la Misa, que es lo máximo que puedes ofrecer por las almas de tus seres queridos difuntos, rezar el Rosario es lo más recomendable, porque te permite:
Cuando alguien muere, la gente dice: ‘ya está con Dios’, y es verdad, al morir va con Dios, pero a enfrentar su juicio particular. Luego puede ir al cielo, al infierno o al purgatorio. En los dos primeros no necesita ayuda, pero en el purgatorio sí. Y como no sabemos a dónde están nuestros difuntos, conviene asumirlos en el purgatorio, rezar por ellos y obtener indulgencia plenaria. ¿Qué es eso? Para entenderlo cabe mencionar lo siguiente: Todo pecado tiene consecuencias. En la Confesión se perdona el pecado, pero queda una consecuencia que hay que expiar. Quien al morir tiene pecados confesados y perdonados, cuya consecuencia falta expiar, pasa por un proceso de purificación llamada purgatorio, del que puede salir si alguien ofrece por su alma una indulgencia plenaria. Si rezas el Rosario, en familia o en comunidad, por tus difuntos, (y te confiesas, comulgas y oras por las intenciones del Papa), puedes obtener para ellos indulgencia plenaria y ayudarles a llegar al cielo. Y tendrás la doble alegría de haberlos ayudado a llegar allí, y de saber que te estarán eternamente agradecidos e intercederán siempre por ti.
En el Rosario los pones en las manos amorosas de Dios, en cada Padrenuestro, al meditar el Evangelio en cada Misterio, al rezar jaculatorias como: ‘Si por Tu sangre preciosa le has redimido, que le perdones te pido por Tu Pasión dolorosa’ o ‘Dale Señor el descanso eterno, y luzca para él (o ella) la luz perpetua’, o la que el Ángel en Fátima pidió incluir en el Rosario: ‘Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados; líbranos del fuego del Infierno; lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia.’
En el Rosario encomiendas a tus difuntos a la intercesión de María, de quien dijo san Juan Bosco que cuando Ella ruega ‘todo se obtiene, nada se niega’. Ella aboga ante su Hijo por las almas de los pecadores; las libra de los engaños del demonio, y alivia a las que están en el Purgatorio. Santa Faustina Kowalska narra en su diario que María entra al Purgatorio para consolar a las almas y ayudar a algunas a salir de allí.
San Pedro Damiano llamaba a María ‘escalera del cielo’, porque por medio de Ella, Dios descendió a nuestro suelo, y muchas almas ascienden al cielo.
Aprende a rezar el Rosario por los difuntos aquí
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