La fiesta de Corpus Christi o Jueves de Corpus es una celebración con especial especial para los católicos, pues celebramos la presencia real de Jesús en el Sacramento de la Eucaristía.
Después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II la fiesta de Corpus Christi se llama: Fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, y se celebra el jueves siguiente a la octava de Pentecostés.
Los orígenes de esta fiesta se remontan al siglo XI cuando Berengario de Tours negó la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Esta doctrina herética, semejante a las de los evangélicos de hoy, fue condenada oficialmente por el Papa Gregorio VII en 1079, y entonces la Iglesia de dio cuenta de la necesidad de fomentar el culto a la presencia de Cristo en la Eucaristía. Fue entonces que se formuló el mandamiento de comulgar por lo menos una vez al año, por Pascua Florida.
De ese tiempo es la costumbre de exponer el Santísimo en una custodia especial bellamente realizada; de ese tiempo es la costumbre de elevar la hostia y el cáliz en la Santa Misa, y de ese tiempo es también la costumbre de las visitas al Santísimo en el Sagrario.
Pero no perdamos de vista que la Iglesia acostumbra, desde sus inicios, el reservar el Pan Eucarístico en un depósito especial para su distribución a los enfermos que no pueden asistir a la santa Misa.
El Obispo de Lieja, hoy Alemania, introdujo en 1246 la fiesta del Corpus Christi en su diócesis. El papa Urbano IV, en 1264, estableció la fiesta para toda la Iglesia. La procesión de Corpus se originó en Colonia en 1279, y después se acostumbró en la Iglesia Universal.
Manuel, y Emmanuel, es una palabra hebrea que significa “Dios con nosotros”, y ¿qué nombre más apropiado para Jesús, presente en el Pan y en el Vino consagrados?
Corpus es la fiesta de Manuel, Dios con nosotros, Dios que está en espera de que acudamos a recibirlo para estar con nosotros. Por eso en este día se celebra a los que llevan el nombre de Manuel.
El esfuerzo de la Iglesia para que los fieles adoraran la presencia real de Jesús en la Eucaristía dio resultados sorprendentes: la Adoración Nocturna, los santos jubileos, los congresos eucarísticos, las horas santas, las exposiciones solemnes de la Eucaristía y la bendición con el Santísimo, las procesiones eucarísticas, la visita de las siete casas, la celebración de cualquier acontecimiento con una Misa, todo esto nos habla del profundo amor de nuestro pueblo a la Eucaristía.
La Fiesta del Corpus Christi fue bien recibida en nuestra patria, y revestida con el colorido de la religiosidad popular. Ni siquiera las leyes anticlericales pudieron arrancar las costumbres eucarísticas de nuestro pueblo.
Durante la Colonia, la procesión del Corpus era un gran acontecimiento. Un verdadero desfile en el que participaban las autoridades civiles, militares y religiosas de cada pueblo.
Después de la Independencia, poco a poco, la solemne procesión se limitó a los atrios y a los recintos interiores de los templos.
A partir de reconocimiento de la existencia de las diferentes Iglesias, parece que podemos gozar de nuevo del derecho a adorar a Cristo en un acto de culto público, como es nuestra procesión de Corpus.
A la procesión acuden los papás con sus niños pequeños vestidos de “inditos”. Ellos con su calzón y su camisola de manta y con un bigote pintado con corcho quemado; ellas con su huipil (blusa) y su chincuete (falda), ambos con guaraches y huacales llenos de frutas y golosinas. La foto es obligada.
¿De dónde nos viene esa costumbre? Los indios de los alrededores de la ciudad acostumbraban estrenar los grandes días de fiesta y bajaban al centro con sus trajes típicos y con sus mulitas adornadas y cargadas de mercaderías que vendían en la inevitable feria común a todas las fiestas.
En México este día se conoce como el día de las mulas, al parecer por la cantidad de mulas en las que los indios bajaban a la ciudad para vender sus mercancías. Por eso se compran y regalan mulitas hechas de barro, de palma o de algún otro material que se venden a la salida de los templos.
Aunque también el nombre puede venir de un ejemplo eucarístico que contaban los franciscanos de una anécdota de la vida de san Antonio de Padua: el Santo logró convertir del judaísmo a Guyaldo que aceptó en todo su nueva religión, menos en lo de la presencia de Cristo en la Eucaristía. El nuevo cristiano, aún incrédulo, retó al santo a un extraño experimento. Él tendría a su mula sin comer por varios días y después le mostrarían, al mismo tiempo, un montón de pienso (comida) y una custodia con la hostia consagrada. San Antonio aceptó el reto y cuando la mula hambrienta vio la Eucaristía, dejó el pienso y ¡se arrodilló ante el Santísimo!, para vergüenza de su amo que cayó postrado de rodillas ante Cristo en la Eucaristía y de allí en adelante no volvió a dudar.
Pidamos a Dios que esta fiesta nos ayude a acercarnos más a la Santa Comunión y con una mayor devoción. Necesitamos de la Eucaristía para poder vivir nuestra vida cristiana. Sin ella nos iremos apagando en nuestra fe y perderemos el precioso don de la gracia. Amemos nuestra Misa dominical y comulguemos en ella. Por cierto, el Jueves de Corpus obliga la asistencia a Misa. ¡Feliz día de Corpus Christi!
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