Si bien una definición extendida de piedad se refiere a sentir compasión y misericordia por los que sufren, el significado de esta palabra es aún más amplio y se refiere a una virtud que inspira, por amor a Dios, una devoción a aquello que se considera santo o sagrado.
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La piedad, entendida como devoción, es una tarea que los padres deben transmitirle a sus hijos a través del ejemplo, del amor y las costumbres, considera César Monroy López, licenciado en Ciencias de la Familia y Filosofía.
Para el colaborador de Cenyeliztli A.C., los primeros años de vida de un niño son cruciales en cuanto al aprendizaje, por ello, entre más pequeños se les inculque el amor a Dios y las tradiciones cristianas, será mayor el arraigo a ellas.
Hacer un espacio para orar en familia es uno de los primeros pasos en el aprendizaje. “La devoción es un don del Espíritu Santo, y orar es parte de ese don, el cual es un punto medular para transmitirles la piedad a los niños”, considera el especialista, quien hace referencia al sacerdote irlandés Patrick Peyton, autor de la famosa frase: “La familia que reza unida, permanece unida”.
Por eso es importante que “los padres de familia dejen a un lado sus preocupaciones y actividades para encontrarse con Dios, lo cual es un mensaje muy fuerte para que los niños vean la importancia de esta relación”.
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El especialista señala que, para enseñar a rezar a los niños sin que sea aburrido para ellos, es necesario que vean la disposición de sus padres para hacerlo.
“Si los papás lo hacen forzados o para cumplir, los niños los van a imitar. Es necesario que los papás vayan con gusto a Misa, que les enseñen a persignarse, y les expliquen el significado de la Eucaristía y las oraciones”.
Por ejemplo, en la oración del Padrenuestro, las familias pueden explicar a los niños cuáles son las siete peticiones a Dios que incluye y qué quiere decir cada una. “Este tipo de dinámicas fortalecen la relación familiar”, explica.
Persignarse, la oración antes de los alimentos, rezar el Rosario, persignar a los niños antes de salir de entrar a clases o hacer una oración antes de salir de casa, son costumbres católicas que se han ido perdiendo, asegura César Monroy.
“Esas son costumbres piadosas, nos recuerdan que somos hijos de Dios, que somos bautizados y por ello nuestro actuar debe ser coherente”. Estas costumbres, si se enseñan a temprana edad, perduran por generaciones, comenta.
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