En el futbol, cuando hay una jugada polémica, el árbitro principal tiene la facultad de consultar al VAR (Video Assistant Referee), es decir a mirar una pantalla para corroborar o corregir una decisión. Cuando lo hace, los jugadores y toda la afición esperan la resolución con ansiedad. Esos instantes se hacen eternos, todo está sujeto a la percepción, a la subjetividad.
Aquella jugada que no fue fácil mirar en tiempo real, ahora se mira, una y otra vez. Ya tomada la decisión, el silbante la comunica a todos en el estadio y dependiendo de que lado, se desatan los comentarios, las rechiflas o los aplausos.
Te comparto esta situación futbolera porque ante los sismos que experimentamos esta semana, hemos recreado una especie de VAR en nuestras mentes y en nuestra existencia. Cada que sentimos el movimiento del piso, de las lámparas o del agua de la pecera inmediatamente se enciende en nosotros los recuerdos de otros momentos vividos, que algunos ya lo tienen asimilados y parecen tener la situación bajo control, otros lo tienen a flor de piel y evocan el miedo, el llanto y la desesperación.
Cuando salimos a la calle, seguimos reproduciendo las imágenes, como en el VAR, las compartimos con quien nos tocó estar, revivimos todos los detalles que en ese momento vivimos o aquellos que nos marcaron en un sismo anterior.
Las alarmas volverán a sonar, bien en un simulacro, en pruebas de audio o en un sismo real. ¿qué van a disparar en nuestro ser? Una compañera del trabajo nos decía: “¡qué oso haber llorado con este sismo! Es que en el 85 perdí a mis hermanos”. Seguimos aprendiendo a cuidarnos entre todos, a acompañar en esos instantes que duran una eternidad; a refugiarnos en lugares seguros y a ofrecer escucha que sirva de contención para los demás; a compartir un bolillo o una taza de té incluso aunque no haya un temblor.
Seamos portadores de paz cuando vayamos al “VAR” del sismo, cuando se cuente una y otra vez lo sucedido pongamos en manos de Dios nuestros recuerdos, nuestro presente y nuestra esperanza.
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*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.