Reunión del Cardenal Carlos Aguiar con jóvenes. Foto: María Langarica
Recientemente las secretarías federales de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y de Salud (SS) dieron a conocer una serie de cifras en torno a la vulnerabilidad en la que se encuentran las niñas, niños y adolescentes en México.
El Análisis Geoespacial de Víctimas Menores de Edad elaborado por la SSPC, indica que en 2023 hubo 752 asesinatos de menores de edad en México, esto es, dos niños o adolescentes asesinados al día. De esa cifra, el 15% fueron mujeres; y el 75% de esos homicidios dolosos se vincularon a la delincuencia organizada.
El Observatorio Nacional para la Prevención del Reclutamiento de Niñas, Niños y Adolescentes reconoce que en los últimos años se registró un incremento en la participación de los menores en las bandas criminales para participar en labores de halconeo, extorsión, secuestro, homicidio y robo.
Por otra parte, la Dirección de Gestión de Servicios Siquiátricos de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) de la SS señaló que México tuvo un incremento en los suicidios de adolescentes en los últimos cinco años, pues la tasa de incidencia se incrementó un 20%.
Entre los factores que ocasionan estos fenómenos están las condiciones de inequidad, exclusión social y falta de oportunidades, además de la inseguridad y violencia cotidiana en el ambiente inmediato de los niños y adolescentes, elementos que favorecen en su reclutamiento por la delincuencia organizada o provocan cambios abruptos de conducta, irritabilidad, tristeza, enojo e ira que les pueden llevar a autolesionarse o lastimar a alguien más.
Los niños son una bendición y un regalo de Dios y por ello se nos exhorta, en especial a los padres de familia, a criarlos en la fe y en la obediencia, a cuidarlos y garantizar su crecimiento y desarrollo en un ambiente de paz, amor y respeto.
Los niños y adolescentes son los más vulnerables del sistema social y sufren pasivamente las consecuencias de un orden injusto.
Por ello, es fundamental que como padres, como sociedad, como Iglesia y desde los distintos niveles de gobierno sumemos esfuerzos para garantizar que todos los niños y adolescentes tengan los elementos necesarios para su crecimiento y desarrollo.
Recordemos que la familia es el núcleo primario para construir el tejido social, por ello, al ver las cifras de los menores asesinados o que incurrieron en suicidio, nos debemos preguntar ¿en qué hemos fallado? ¿ qué debemos hacer para fomentar el desarrollo adecuado de nuestros niños y adolescentes?
Podemos y debemos acabar con esta problemática, que lastima a las generaciones de hoy y hiere a nuestro futuro como sociedad.
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