La Navidad es una oportunidad para la austeridad: ser más generoso y socorrer a quien carece.
Celebrar el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, es un acto de fe, un acto de aceptación de la voluntad salvadora de Dios. Navidad es agradecer a Dios porque jamás nos abandona, pues quiere estar entre nosotros a pesar de lo que somos. Él nos sale al encuentro con el nacimiento de su Hijo, el Salvador del mundo. Y la gratitud nos lleva a hacernos semejantes a quien nos ha dado.
La escena del portal de Belén es una invitación a la generosidad y la hospitalidad, a la sencillez y a la gratitud, virtudes posibles cuando somos capaces de agradecer los dones recibidos.
En días pasados, el Papa Francisco señalaba que el consumismo es la gran enfermedad que nos impide ser generosos con los más necesitados. Y justamente la celebración de la Navidad –como otros eventos en donde se deben resaltar valores como la fraternidad, la paz, la belleza o el arte– es una ocasión para mostrar el propio corazón como origen de una gran generosidad.
Quienes promocionan la Navidad sólo como ocasión de derroche y despilfarro, como oportunidad para comilonas y superficialidades, están dejando a un lado a Jesús –Dios con nosotros– y a tantos hombres y mujeres que siguen necesitando un hogar, una patria, un trabajo digno, un ambiente de respeto, estructuras sociales dignas, oportunidades de crecimiento, y tantos otros bienes que parecen cada vez más urgentes.
El Papa Francisco también habló de austeridad, pero no en el tono de quien se acerca a la mezquindad o de quien busca un ahorro convenenciero. Se refirió a la austeridad –no gastar más de lo necesario– en orden a ser más generoso, en orden a socorrer con lo tengo a quien carece de lo más indispensable.
Navidad es fiesta de generosidad: dándonos a su Hijo, Dios nos enseña a compartir lo más preciado y lo más precioso, lo que nos llega al corazón, lo que nos transforma y hace crecer.
Hemos de estar muy atentos para que ni el consumismo ni la ambición, ni la cicatería ni el dispendio, empañen o distorsionen el verdadero sentido de la Navidad.
Dios nos dio a su Hijo para salvarnos. Eso es Navidad. Dar lo mejor de nosotros mismos es el auténtico sentido de la generosidad. Que tengas ¡Feliz Navidad!, dando con generosidad lo mejor de ti mismo.
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