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COLUMNA

Ayer, hoy y siempre

Valores y vilezas

Juan el Bautista fue puesto en la cárcel porque incomodó al gobernante Herodes; ningún crimen había cometido aquel hombre que se alimentaba de saltamontes y vestía rudamente

2 marzo, 2024


AYER: Juan el Bautista fue puesto en la cárcel porque incomodó al gobernante Herodes; ningún crimen había cometido aquel hombre que se alimentaba de saltamontes y vestía rudamente, pero una voz clara y veraz como la suya, difícilmente es aceptada cuando acusa a quien detenta el poder. Y la acusación que lanzaba Juan nada tenía que ver con derroches del erario, ni con las numerosas injusticias con que suelen oprimir al pueblo los poderosos, ni con alguna venganza política o algo parecido. Sencillamente le exigía una conducta moral que sirviera de ejemplo al pueblo: No te es lícito tomar como esposa a la que fue mujer de tu hermano. (Mc 6, 18)

HOY: En pasados días ha circulado en la prensa internacional el nombre de Alexei Navalni, cuya muerte (apenas contaba con 47 años) fue precedida por acusaciones y juicios sin fundamento, cárcel, persecución, atentados y -finalmente- el aislamiento y situaciones desmedidas de prisión. En un de repente, el gobierno ruso anunció su muerte con argumentos que -por supuesto- nadie ha creído. La incomodidad que provocó este ciudadano ruso va de la mano con el rápido liderazgo que alcanzó al denunciar los excesos y corruptelas de altas autoridades. Más allá de haber sido acusado de desacato, no se le conoce crimen alguno que meritara una cárcel tan extrema.



SIEMPRE: El corazón humano es capaz de los más altos grados de heroísmo, pero también de las más ruines y despiadas vilezas. Un contraste que bien se explica viendo cómo el poder nos lleva al extremo de la soberbia más despiadada (al punto de negar la evidencia), y cómo la humildad también nos pone al límite de proclamar la verdad aunque eso cueste la vida misma. Quienes vamos como simples mortales en este mundo, tal vez no nos veremos en los extremos señalados, pero tampoco podemos quedarnos indiferentes ni hemos de acostumbrarnos a ningún tipo de injusticia: ni en Nicaragua, ni en Corea del Norte, ni en Guerrero o Michoacán. En ningún lado.




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