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/ VIDA Y FE
CIELO Y TIERRA
ALEJANDRA MA. SOSA ELÍZAGA
sí abandonar la angustia, hacerlo con paz. Ojalá santa Mónica hubiera conocido al siervo de Dios Dolindo Ruotolo, sacerdote napolitano (1882-1970), exorcista y gran confesor, que recibía revelaciones de Jesús y tuvo los estigmas (señales de la crucifi- xión en manos y pies). Durante un tiempo fue director espiritual del Padre Pío (quien, por cierto solía aconsejar: ‘ora, confía y no te preocupes’). Contaba una familia, que había viajado desde Nápoles para ver al padre Pío, que éste les preguntó: ‘¿por qué me vienen a ver a mí si tienen a Dolindo,
que es un santo?’
El padre Dolindo escribió una conocida
novena llamada “Novena del Abandono a la Voluntad de Dios”, de la que afirmó que se la dictó el propio Jesús.
Es sumamente sencilla de rezar. Al ini- cio, te persignas, lees el parrafito corres- pondiente al día, al final rezas devotamente 10 veces esta jaculatoria: “O Jesús, me abandono en Ti, ¡ocúpate de todo!”, y al terminar te santiguas.
En cada uno de los días hay palabras de aliento que invitan a confiar completa- mente en Jesús, renunciar a querer con- trolar todo (lo cual nunca resulta bien y sólo provoca inquietud), dejar que sea Él quien se encargue de todo, no intentar que se adapte a nuestra voluntad, sino aprender a adaptarnos a la Suya, confiando en que sabrá hacer lo mejor. Jesús nos pide cerrar los ojos del alma, rechazar los pensamien- tos de tribulación, abandonarnos entera- mente a Su cuidado y confiar, para dejarlo obrar.
Si quieres rezarla, la encuentras aquí: bit.ly/3yZkfmV
           Abandono
D icen que no son las crisis las que acaban con noso- tros, sino nuestra reacción ante las crisis. Reaccionar con estrés, angustia, terror, depresión, des- esperanza, afecta nuestra salud y
bienestar.
Recuerdo que una vez, durante una
mudanza, dos trabajadores venían cargan- do algo muy pesado. Les preguntamos si no les haría daño llevar tanto peso y uno replicó: ‘no, si no es en sí la carga lo que amuela, sino no saber cargarla’. He ahí el secreto.
Todos llevamos nuestras cargas, peque- ñas y grandes: problemas familiares, de salud, económicos, incertidumbres, miedos. La pregunta es: ¿sabemos cargarlas?, ¿sa- bemos llevarlas de tal modo que no nos agobien ni nos aplasten, no nos causen una hernia en el alma ni una torcedura en la esperanza?
¿En qué consiste saber cargar? En no cargar solos. Permitirle a Jesús que nos ayude. Dice el salmista: “Dios lleva nuestras cargas” (Sal 68, 20).
Eso significa ponerlas en Sus manos, confiadamente, pedirle que se ocupe de lo que nos agobia, confiar que lo hará y quedarnos en paz. Claro, no se trata de cruzarnos de brazos; hemos de hacer lo que nos corresponda, pero serenamente.
Esta semana celebramos a dos grandes santos, santa Mónica y san Agustín, madre e hijo. De ella siempre destacan sus bió- grafos que la angustiaba ver que cuando Agustín creció, comenzó a llevar una vida completamente alejada de los valores cris- tianos que de pequeño ella le había incul- cado. Él vivía con una mujer sin casarse,
@AleMSosaE
había entrado en una secta, su ambición era tener prestigio y fama. Mónica temía por su alma y este temor le robaba la calma, le quitaba el sueño, la mantenía perma- nentemente atribulada. Pasaba sus días orando y llorando. Hacía muy bien en orar, desde luego, era lo que tenía que hacer, pero, ¿por qué lloraba? Tal vez porque le faltaba confianza en su oración, le faltaba creer que si encomendaba a su hijo así como lo hacía, con todo el corazón, Dios la escucharía y respondería, pero a Su tiempo, cuando lo considerara mejor. Mó- nica ansiaba que su hijo se convirtiera de inmediato, Dios en cambio le estaba dando tiempo, pues sabía que todo lo que Agustín estaba viviendo, le serviría después, para entender y ayudar a los que estuvieran en su misma situación.
Cuánto le hubiera servido a santa Mó- nica que alguien le hubiera enseñado la ‘oración de abandono’, que no consiste en abandonar la oración, sino en abandonarse, es decir, ponerse completamente en manos de Dios. Ello no implica dejar de orar ni dejar de hacer lo que sea oportuno, implica
“O Jesús, me abandono en Ti, ¡ocúpate de todo!”
  12 22 de agosto de 2021 desdelafemx desdelafe.oficial desdelafe DesdelaFeOficial www.desdelafe.mx











































































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