Continúan las intervenciones de Misión Permanente de la Santa Sede en la 73 Asamblea Plenaria de la Naciones Unidas. El debate de la presente sesión fue sobre el Desarme Nuclear.
Durante su intervención el Observador de la Santa Sede, Monseñor Bernardito Auza, resalta la postura de la Iglesia Católica sobre el uso de armas nucleares y del terrible daño que significa para el medio ambiente del planeta.
“Mi delegación cree que la existencia continua de más de 14,000 armas nucleares por un puñado de países es uno de los mayores desafíos morales de nuestro tiempo. En 1943, el Papa Pío XII, alertado sobre el descubrimiento de la fisión nuclear, expresó su profunda preocupación por el uso violento de la energía nuclear. Desde entonces, la Santa Sede ha estado advirtiendo sobre los peligros cada vez mayores para la humanidad que representan las armas nucleares”, señala el Nuncio Auza.
El Arzobispo, menciona que durante la década de los sesenta, la Santa Sede emitió un documento bien detallado sobre su postura ante el uso de las armas nucleares y el perjuicio que su uso ocasiona en la lucha contra la pobreza y el hambre.
“Las armas nucleares son una trampa completamente traicionera para toda la humanidad, ya que hieren a los pobres a un grado intolerable. Hoy en día, el mantenimiento de las armas nucleares continúa desviando inmensos recursos que podrían dedicarse, entre otras cosas, a la implementación y logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente la erradicación de la pobreza extrema y el hambre”.
El Nuncio de la Santa Sede ante la ONU, citando una expresión del romano pontífice expresa que el uso de armas nucleares son un acto moralmente inaceptable: “La disuasión nuclear y la amenaza de destrucción mutua asegurada no pueden ser la base de una ética de fraternidad y coexistencia pacífica”.
En ese sentido, señala Mons. Auza, “el Papa expresó su grave preocupación por los efectos catastróficos humanitarios y ambientales del uso de armas nucleares y señaló el riesgo de una detonación accidental como resultado de un error de cualquier tipo, donde condena el su uso como una amenaza para la humanidad”.
Como último punto, el Prelado menciona que a pesar de la firma del Tratado de No Proliferación (TNP), muchos países han hecho caso omiso y siguen formando parte de las negociaciones para la venta de las armas nucleares. Ante esa situación el Observador de la Santa Sede, exhorta a las naciones del mundo a formar diálogo decisivo para poner fin al desarme nuclear.
“Necesitamos un diálogo mundial, que incluya a los Estados nucleares y no nucleares y a las organizaciones en desarrollo que conforman la sociedad civil, “para garantizar que las armas nucleares se prohíban de una vez por todas en beneficio de nuestra casa común”, finaliza.
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