Protección a menores

La adolescencia y la Poda Neuronal

La adolescencia es una etapa de la vida por la que cada persona pasa, generalmente se ve como un momento conflictivo, de incomprensión, cien por ciento hormonal y para el cual sólo permanecemos los adultos esperando a que termine lo más pronto posible para comunicarnos con nuestros adolescentes.

Esta periodo del ser humano, es necesario para cada uno, debido a que aunque a veces parece innecesario, se requiere para que el mismo cerebro se regule y el cauce del mismo tome un camino distinto. Es decir, generalmente solemos incluir en nuestro discurso que la infancia de cada persona define la vida de cada una, sin embargo, resulta que mucho de lo acontecido durante la crianza de las infancias se puede reparar durante a la adolescencia.

Si colocamos a un bebé y a adolescente uno junto al otro e intentamos racionalizar sus acciones o reacciones, muchas de éstas no tendrán sentido; normalmente a un bebé ante un arranque emocional, lo vamos a consolar, entender qué necesidad requiere ser atendida, brindarle acompañamiento, etcétera. Ahora, si volteamos a ver al adolescente y éste tiene un arranque emocional, creemos que ya debe de contar con las herramientas suficientes para controlarse y racionalizar, pero resulta que esto puede llegar a ser muy complicado debido a que su cerebro se encuentra en medio de una Poda Neuronal.

Esta Poda Neuronal consiste en que las diversas conexiones neuronales que se crearon a lo largo de la infancia sobre conocimientos, relaciones sociales, etcétera, son renovadas; toda esta renovación parece que confunde al adolescente, la persona que solía ser en la infancia parece ser otra y ante esta nueva faceta muchos adultos solemos rechazar, aislar y reprender porque seguimos con la idea de que “debería saber cómo regularse” o que “sólo quiere llamar la atención”. Lo cierto, es que el adolescente como un bebé, necesita consuelo, atención, acompañamiento, amor, muestras de cariño, ternura, protección, seguridad, escucha, cercanía, comprensión, apego seguro.

Los adolescentes no necesitan ser tratados como bebés, necesitan, como todas las personas, ser amados y contar con espacios protectores, que les brinden herramientas de resiliencia, que les ayuden a comprender y resignificar etapas de sus vidas para que justamente, su infancia, no defina su vida. La adolescencia, es la oportunidad que los adultos tenemos para convertirnos a la crianza positiva, con ternura y un entorno seguro.

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Licenciada Zaira Noemí Rosales Ortega

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