La infidelidad es una herida profunda que afecta a ambos miembros del matrimonio, pero también hiere gravemente al que ha fallado. ¿Qué hacer cuando quien ha sido infiel quiere cambiar, pero no sabe cómo sanar su corazón?
José Luis Salazar Reyes y Claudia Ortiz Hernández, fundadores del ministerio Jesús Salvando Matrimonios y Familias, han acompañado por más de una década a personas y parejas en procesos de restauración. Aseguran que el 96% de los matrimonios que buscan su apoyo lo hacen tras una infidelidad. Desde su experiencia, afirman que sí es posible sanar y reconstruir la relación, pero se necesita humildad, conversión y perseverancia.
“Lo primero es reconocer que tienes un problema y que necesitas entrar en un proceso. No existe un ‘abracadabra’ espiritual: sanar lleva tiempo, implica decisión y voluntad real de cambiar”, afirma José Luis.
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Quien ha sido infiel no solo enfrenta el juicio externo, sino una lucha interna con la culpa, el remordimiento y el miedo a no ser perdonado. Según los fundadores del ministerio, una de las primeras batallas que se deben enfrentar es aprender a perdonarse a uno mismo.
“Perdonarse no es olvidar, sino permitir que ese suceso deje de doler y deje de tener poder sobre ti, sobre tu relación con Dios, tu familia y el mundo. Cuando te arrepientes de verdad y entregas ese dolor a Dios, Él puede transformarlo en algo nuevo”, explica Claudia Ortiz.
Esa transformación empieza por aceptar que se ha fallado, pero no quedarse ahí, sino moverse hacia la restauración.
“El ego muchas veces es el origen de la infidelidad”, señala el matrimonio que tienen 16 años en este ministerio. “La necesidad de ser visto, de sentirse importante, admirado… cuando esa búsqueda no se canaliza en el amor conyugal y en Dios, puede abrir la puerta a otras relaciones”.
Reconocer el papel del ego en las decisiones equivocadas es parte esencial del proceso de sanación. La infidelidad suele surgir de vacíos personales no resueltos, por eso es fundamental sanar el corazón desde adentro.
José Luis y Claudia comparten cinco pasos que ayudan a comenzar el proceso de sanación:
1. Reconoce tu pecado con humildad: Aceptar la verdad, sin justificaciones ni evasiones, es el primer paso hacia la libertad. La culpa no sana, pero la conciencia sincera sí transforma.
2. Entra en un proceso real de conversión: No basta con arrepentirse un día. La restauración requiere disciplina espiritual: oración diaria, lectura de la Palabra, Rosario, adoración eucarística y participación frecuente en los sacramentos.
3. Haz de Jesucristo el centro de tu vida: Aceptar a Jesús como Señor y Salvador no es solo un acto espiritual, sino una decisión práctica: que Él guíe tus emociones, pensamientos y decisiones.
4. Repara, en la medida de lo posible, el daño causado: El perdón implica también acciones concretas. Pide perdón a tu cónyuge, a tus hijos si han sido afectados, y busca restaurar el vínculo con Dios y contigo mismo.
5. Busca acompañamiento y comunidad: Los grupos de apoyo como Jesús Salvando Matrimonios y Familias ofrecen herramientas, guía espiritual y testimonios que fortalecen el proceso de sanación. No estás solo.
En palabras del Papa Francisco “Dios no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón” (Ángelus, 17 de marzo de 2013), es por ello que la enseñanza de la Iglesia no minimiza el pecado de la infidelidad, pero también proclama con fuerza que el amor de Dios es capaz de regenerar incluso las historias más heridas.
A decir del matrimonio, la clave está en no huir del dolor ni esconderse en la culpa, sino entrar en un camino de redención personal, dejando que el perdón divino ilumine cada paso.
“El que encubre su pecado no prosperará; mas el que lo confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28,13), por ello, asegura José Luis, el camino de sanación no es de un día. “Es una lucha diaria, como la de un adicto que dice cada mañana: hoy fui fiel a ti, Señor; fui fiel a mi esposa, a mis hijos, a mí mismo”.
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