¿Sabías que así como en los estadios de futbol se organiza una gran ola humana que ondula por todas las gradas y anima muchísimo el ambiente, la Iglesia también tiene su ‘ola’ para animar el tiempo de Cuaresma? Pues sí, nos la propuso hace unos días, en el Evangelio que se proclama cada año al iniciar este tiempo (ver Mt 6, 1-6; 16-18), y así como la ola futbolera consta de tres partes (estar sentados, levantarse con los brazos en alto y volverse a sentar), la ola que se nos propone a los católicos también está compuesta de tres partes: O de oración, L de limosna y A de ayuno y de abstinencia: ola, y si practicas las tres puedes tener la seguridad de que vivirás estos días previos a la Semana Santa como una experiencia que animará increíblemente tu vida cristiana. Veamos cómo:
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Suele pasar que muchas personas que creen en Dios no saben cómo hablar con Él, y no por falta de ganas, sino porque quizá se les figura que es algo muy complicado o que está reservado para gente muy buena o muuuy mocha. La verdad es que para hablar con Dios no se necesitan reglas ni palabras rimbombantes ni posturas ni gestos ni cualidades. Piensa en la persona con la que más a gusto platicas; pues es todavía más a gusto platicar con Dios porque no tiene horarios; nunca se ausenta, ni se duerme, ni se cansa de oírte; le interesa profundamente todo lo que quieras decirle; te conoce como nadie; te ama más que nadie y está siempre dispuesto a intervenir en tu vida para bien. ¿Se te hace poco? La Iglesia te invita a que cada día tomes un tiempito -cuando menos quince minutos, ojalá media hora- para dedicárselo a este Amigo que está siempre esperando que acudas a Él, no sólo en las emergencias ni sólo para pedirle y pedirle cosas, sino para alabarlo por todas Sus maravillas, agradecerle los favores que te hace, pedirle perdón por tus faltas de amor, contarle todo lo que traes adentro, encomendarle a tus seres queridos, tus proyectos, tus sueños; meditar Su Palabra y aprender a detectar los mil detalles que sucederán en tu vida como clara evidencia de que te escucha y te responde.
Cuando se invita a la gente a dar limosna, hay quien dice: “si apenas me alcanza con lo que gano, ya parece que voy a dar limosna”; otros responden dejando caer una monedita en la mano de un mendigo, pero ¡eso no es dar limosna! La palabra “limosna” significa: “misericordia de Dios” lo cual implica poner el corazón en la miseria de otra persona (y por miseria no se entiende solamente pobreza económica sino toda clase de pecados y defectos). Dar limosna implica amar a los demás, es decir, buscar un modo concreto de hacerles un bien, sean como sean. En esta Cuaresma se te invita a mirar a tu alrededor, detectar quién está necesitado no de tu juicio, indiferencia o intolerancia, sino de tu amor, y hacer algo concreto cada día para que se sienta amado con un amor compasivo, generoso y gratuito, como el que recibes tú de Dios, a manos llenas.
Hay dos días de ayuno al año: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, en que se invita a los fieles a consumir un alimento muy ligero, como una mortificación que nos ayuda a aprender a dominarnos a nosotros mismos y a dedicar nuestra atención a las cosas de Dios y no a las del mundo. Respecto a la abstinencia, mucha gente cree que consiste en dejar de comer carne roja los viernes –y atracarse de romeritos o de un sabroso pescadito al mojo de ajo– pero esto es desvirtuar el sentido de esta práctica. Dejar de comer carne es lo elemental, pero como cristiano se pide más de ti: no comerte a ese ‘prójimo’ que te cae gordo; no sólo dejar de ver la tele, sino usar ese tiempo para visitar a algún anciano o enfermito; no sólo privarte de fumar o de tomar alcohol, sino dar el dineral que te ahorraste a quien más lo necesite; en suma: que lo que dejas haga una diferencia a favor de alguien.
Si la ola en un estadio crea una atmósfera de alegría y solidaridad, ¡imagínate lo que podríamos lograr en el mundo si todos los católicos nos decidimos a hacer la ‘ola’ de Dios! No te quedes con los brazos cruzados, el Señor cuenta contigo, ándale anímate, ¡aquí viene ya la ola!, levántate, ¡te toca a ti!
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