Foto Néstor Negrete.
Desde el inicio de su pontificado, el Papa León XIV ha asumido con fuerza y continuidad uno de los ejes más importantes inaugurados por el Papa Francisco: el cuidado de nuestra casa común.
Fiel a esta misión, ha insistido en que la justicia ecológica no es una opción secundaria, sino una dimensión esencial de la fe cristiana y un llamado urgente a todos los creyentes.
En sus primeros meses al frente de la Iglesia universal, no solo ha recordado nuestra responsabilidad compartida con la creación, sino que ha impulsado acciones concretas que encarnan esta vocación, llevando la conversión ecológica al propio corazón del Vaticano.
La implementación de ecotecnias, el uso de energías limpias y las iniciativas de gestión sostenible son parte de este compromiso, cuyo símbolo más reciente es la inauguración de El Borgo Laudato Si’, un complejo ecológico que integra sistemas avanzados de aislamiento, paneles fotovoltaicos y circuitos circulares de agua, además de espacios dedicados a la educación ambiental.
Con este proyecto, la Iglesia reafirma su misión de custodiar la obra de Dios, al mostrar que la fe también se expresa en el cuidado concreto de la creación.
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Vale la pena preguntarnos: ¿qué podemos hacer para que nuestra comunidad sea una parroquia Laudato Si’?
Si bien existen múltiples caminos para avanzar hacia una conversión ecológica integral, en esta ocasión nos centraremos en una línea de trabajo que ofrece oportunidades concretas para actuar desde lo local: el cuidado de la energía.
Usarla de forma responsable y elegir fuentes renovables como la solar reduce la producción de combustibles fósiles, una de las principales causas del cambio climático. Esta transición contribuye a un entorno más limpio y sostenible; además, promueve una mayor autonomía energética en nuestras comunidades.
Cuidar la energía es una manera profundamente significativa de vivir nuestra fe y de responder al llamado del Evangelio a custodiar y preservar la creación.
En esta conversión, la instalación de paneles solares en nuestras parroquias representa un gesto concreto de cuidado de la creación y una decisión inteligente desde el punto de vista económico.
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Entre sus principales beneficios destacan el ahorro en la factura eléctrica, la reducción de la dependencia de la red eléctrica y el aumento del valor de los inmuebles parroquiales.
Aunque el ahorro puede variar según la ubicación, el consumo y el tamaño del sistema fotovoltaico, se estima que las facturas de electricidad pueden reducirse entre un 40% y un 60%.
Además, la inversión inicial suele recuperarse en un periodo de 4 a 10 años, mientras que la vida útil de los paneles oscila entre 25 y 30 años, lo que los convierte en una alternativa rentable y sostenible a largo plazo.
La instalación de paneles solares, por sí sola, acompañada de un cambio en nuestros hábitos cotidianos, enfocados en el uso responsable de la energía, representa una auténtica conversión ecológica integral, que expresa nuestra fe en acción.
Para lograrlo, podemos comenzar con pequeños gestos que, sumados, generan un gran impacto: identificar las áreas y aparatos que más consumen electricidad en la parroquia; colocar señalizaciones que recuerden la importancia de apagar luces y equipos; promover campañas de concientización sobre el uso racional de la energía.
También aprovechar al máximo la luz natural en salones, templos y oficinas; desconectar los dispositivos en desuso; preferir el uso de pilas recargables en lugar de desechables; y optar por aparatos eficientes o con sensores inteligentes que reduzcan el consumo.
Estos cambios no solo disminuyen el gasto energético, sino que también reflejan un compromiso espiritual con el cuidado de la creación.
Finalmente, debemos fomentar una conciencia ecológica en la comunidad parroquial, reconociendo en ella una tarea urgente y profundamente evangélica.
No se trata solo de cuidar el entorno por razones prácticas, sino de redescubrir en cada gesto de cuidado, desde el ahorro de energía hasta la protección de los ecosistemas, una expresión concreta de nuestra fe.
Cada comunidad está llamada a ser un espacio de formación, reflexión y acción, donde se dialogue sobre el impacto de nuestras decisiones y se promuevan estilos de vida que reflejen el mandamiento de amar y custodiar la creación.
Para acompañar este camino, te invitamos a descargar en este enlace el material “Creación y justicia. Reflexiones bíblicas sobre ecología integral y economías solidarias” elaborado por el grupo de Trabajo Laudato Si’, que ofrece una valiosa herramienta para orar, reflexionar y actuar juntos.
A través de sus páginas, podremos profundizar en el mensaje bíblico que inspira el cuidado de la casa común y descubrir cómo nuestra fe puede convertirse en motor de transformación ecológica y social.
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