Al participar en la tercera edición de los “Estados Generales de la Natalidad”, en el Auditorio Conciliación de la ciudad de Roma, el Papa Francisco describió dos hechos ocurridos recientemente en la Plaza de San Pedro, en donde los perritos han comenzado a ocupar el lugar de los hijos:
“Hace quince días, mi secretario paseaba por la Plaza y vino una madre con un cochecito de bebé. Él, un sacerdote de corazón tierno, se acercó a bendecir al niño, y era un perrito…”, explicó.
También narró que hace quince días, en la audiencia general de los miércoles, cuando se acercó a saludar a una persona, ésta le pidió que bendijera a su mascota, a la cual la llamó bebé:
“Iba a saludar, y pasé por delante de una señora, de cincuenta años más o menos -¡como yo más o menos! – saludé a la señora, y ella abrió una bolsa y dijo: ‘bendice a mi bebé’… Un perrito… Ahí no tuve paciencia y regañé a la señora: ‘Señora, ¡tantos niños con hambre, y usted con el perrito!”
“Hermanos y hermanas -advirtió el Papa Francisco- éstas son escenas del presente, pero si las cosas siguen así, ésta será la costumbre del futuro… tengamos cuidado”.
La reunión de los Estados Generales de la Natalidad, organizada por Fundación para la Natalidad, tiene como finalidad reunir a expertos para analizar el estado de salud demográfico de Italia.
En su mensaje, el Pontífice aseguró que “el reto de la natalidad es una cuestión de esperanza. Pero cuidado, la esperanza no es, como a menudo se piensa, optimismo, no es un vago sentimiento positivo sobre el futuro. No es una ilusión ni una emoción; es una virtud concreta. Y tiene que ver con opciones concretas”.
El Santo Padre llamó a las autoridades civiles a luchar contra el “invierno demográfico”, y recordó que el nacimiento de los hijos es el principal indicador para medir la esperanza de un pueblo.
“Si nacen pocos niños, significa que hay poca esperanza. Y al recordar que el año pasado Italia alcanzó el mínimo histórico de nacimientos, dijo que esto no sólo tiene repercusiones desde el punto de vista económico y social, sino que mina la confianza en el futuro”.
El Papa Francisco también lamentó que hoy en día traer hijos al mundo se perciba como una tarea a cargo de las familias, lo cual -dijo- condiciona la mentalidad de las jóvenes generaciones, que “crecen en la incertidumbre, cuando no en la desilusión y el miedo”.
Los jóvenes -continuó- viven en un clima social en el que fundar una familia se está convirtiendo en un esfuerzo titánico, en lugar de ser un valor compartido que todos reconocen y apoyan. Sentirse solo y obligado a confiar únicamente en las propias fuerzas es peligroso: significa erosionar poco a poco la vida en común y resignarse a existencias solitarias, en las que cada uno tiene que arreglárselas por su cuenta”.
Ante esta situación, a la que se suman la falta de oportunidades para que las mujeres puedan ser madres, el Santo Padre pidió políticas con visión de futuro: “Hay que preparar un terreno fértil para que florezca una nueva primavera y dejar atrás este invierno demográfico”.
“Es necesario abordar el problema juntos, sin vallas ideológicas ni posturas preconcebidas (…) Debemos cambiar de mentalidad: la familia no es parte del problema, sino parte de su solución. Y por eso me pregunto: ¿hay alguien que pueda mirar al futuro con el valor de apostar por las familias, por los niños, por los jóvenes?”.
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